25/6/18

Enseñando a jugar al ajedrez

Cuando desapareció la humanidad, un robot inteligente construido por los hombres para enseñar a jugar al ajedrez, tenía algunas dificultades para capacitar a un ser extraterrestre que lo había encontrado entre las ruinas, porque lo impacientaba su carácter apacible y sosegado.
La humanidad se había autodestruido inmersa en una ambición desmedida que la llevó al caos ecológico y a la guerra nuclear y después de muchos años, una nueva civilización proveniente del universo había ocupado su lugar en la tierra. Por suerte para el robot, el extraterrestre fue comprendiendo poco a poco  la manera de jugar y ésta se fue haciendo cada vez más positiva y consistente.
Por lo general en los anocheceres practicaban jugando al ajedrez y si bien al robot le parecía que el extraterrestre le ponía poca pasión a su juego, su progreso era lento, pero manifiesto. El robot nunca había imaginado como se podía desarrollar con esa apocada sensibilidad, la coordinación y planificación de las jugadas de manera tan razonable y transparente.
Por fin, una noche el robot se animó a preguntarle al extraterrestre.
― Dime con toda franqueza: ¿Te gusta el ajedrez y la forma en que enseño a jugar? Porque me gustaría difundir rápidamente el juego en tu civilización.
La respuesta del extraterrestre fue escueta y sincera.
―  Por supuesto que me gusta el ajedrez y que lo difundas, dado que es un juego agradable y maravilloso. En cuanto a tu forma de enseñar yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que apaciguarte, porque aún tienes impregnado en tu programa esa típica ansiedad que en su tiempo caracterizaba a los humanos.