18/10/18

Triste confesión

Un suave empujón le bastó para abrir la puerta de mi dormitorio y despertarme. El niño entró sin pedir permiso y se paró frente a mi cama demostrando una pena inmensa. Traía sus cabellos rubios revueltos sobre su cabeza. Tenía las pupilas dilatadas y los ojos inundados por las lágrimas que se deslizaban sobre sus mejillas. La mirada imploraba consuelo sin poder emitir palabras, ya que el llanto se lo impedía. 
Su imagen erguida y quieta se aferró al borde de mi cama, ofreciéndome toda la belleza de su ser enmarcada por sus sollozos. No sabía que hacer, ni que actitud asumir, desorientado ante tamaña manifestación de desconsuelo.
¿Quién pudo dañar su inocencia de tal manera y a tal extremo? ¿Qué cosa pudo afectar tan hondo a su corazón para ocasionar semejante tristeza?
Sin medir palabras me extendió sus manos y pude notar en el gesto de su rostro que me exigía cariño. No pude resistir y al incorporarme en la cama, sentí que en un impulso desesperado sus brazos se enroscaban en mi cuello, mientras sus lágrimas empapaban mi camisa al apretarse junto a mi pecho.
Entonces hundí mis manos en su pelo y besé su carita humedecida por las lágrimas. Fue allí cuando con voz entrecortada mi nieto me confesó su dolor.
– Abu, … mi papá me ganó al ajedrez.


13/10/18

Críticas literarias en la Web

Un escritor bastante controvertido y que era muy cuestionado en las redes, quiso incorporar en su página Web alguna obra literaria suya para homenajear al milenario juego de ajedrez, que a él como aficionado tanto le apasionaba.
A tal efecto, escribió un cuento sobre un jugador que ganaba las partidas realizando combinaciones mágicas que sorprendían por completo a sus adversarios. Pero al subirlo a su página, recibió entre los comentarios una queja de una Federación de Ajedrez, porque el texto no respetaba fielmente las reglas del juego.
Entonces, lo reemplazó por otro relato donde el tema era el de una hermosa mujer, que con poca experiencia en el juego, sorprendió a todos ganando un torneo masculino donde participaban destacados maestros de ajedrez. Pero en este caso, una Asociación feminista lo objetó, porque ella jugaba en bikini y en la narración se la trataba como un objeto sexual.
Por tal motivo, subió en su lugar otra historia sobre un humilde peón que desvinculado de sus compañeros, combatía con valentía y decisión en forma solitaria, por el glorioso triunfo de su rey. Pero entre los comentarios recibió esta vez la enojosa protesta de un Sindicato, porque consideraban que el contenido de esa obra era una manera sutil e incubierta de desvirtuar la forma de lucha colectiva de los trabajadores.
Finalmente, cansado de tanta crítica, bajó ese último cuento y tomó la determinación de reemplazarlo directamente en la Web, por la imagen del gran Capablanca jugando al ajedrez. Y de esa manera sencilla, sin palabras ni cuestionamientos, logró rendir un sentido homenaje a ese juego maravilloso e inmortal.


 






José Raúl Capablanca, Gran maestro cubano Campeón Mundial de 1921 a 1927. Como homenaje, el 19 de noviembre, día de su nacimiento, se celebra el Día Mundial del Ajedrez.    

5/10/18

La partida universal

El niño estaba esa noche recostado en su cama frente a un tablero de ajedrez. Jugaba su última partida contra un rival imaginario al que siempre le ganaba, y con su ingenuidad infantil pensaba que él era imbatible. De pronto, cuando el cansancio y el sueño empezaban a invadirlo, escuchó un pequeño murmullo, como si alguien en el dormitorio tratara de llamar su atención.
— ¿Quién es? —, preguntó.
Al no obtener respuesta, el niño detuvo su juego para ver de donde provenía aquel extraño sonido que había llegado a escuchar. Fue allí cuando imprevistamente apareció la verde figura de un pequeño extraterrestre, quien parado frente a su cama  le dijo:
—Niño, veo que siempre juegas solo porque no tienes con quien jugar. Si tú lo deseas podemos enfrentarnos en una partida.
— ¿Pero, es que tú juegas al ajedrez? —, le preguntó el niño sorprendido.
— ¿No sabes que el ajedrez se juega en todo el universo?, le contestó sonriendo el extraterrestre.
— ¿Quieres jugar una partida, o es que te sientes agotado? Si es así, me voy y podemos dejarlo para otra noche —, le recalcó.
— ¡No te vayas!, que aunque estoy algo cansado me parece bien que disputemos la primera partida de ajedrez en la tierra y te demostraré que los humanos somos superiores —, le contestó el niño con soberbia.
Entonces el chico colocó las piezas en el tablero en la posición inicial, en tanto el extraterrestre se sentaba en la cama frente al tablero, para comenzar el juego.
Pero ya desde la apertura el niño comenzó a cometer errores groseros y veía como el extraterrestre le iba comiendo las piezas una por una. Eso le causaba un enojo enorme, justamente a él, que se consideraba un jugador invencible.
— ¡Jaque Mate! –,  exclamó finalmente el extraterrestre.
Entonces, el niño exacerbado por el desenlace del juego, derribó las piezas del tablero de un manotón, mientras el extraterrestre desaparecía sorpresivamente de su vista.
Fue allí que se despertó en la cama y se incorporó mirando las piezas del juego de ajedrez dispersas por la cama y el suelo, con los pensamientos llenos de una humana resignación.