16/4/20

Viejas piezas de ajedrez

El maestro de ajedrez estaba aburrido en su casa donde debía permanecer encerrado por la cuarentena, debido a la pandemia producida por un virus que estaba azotando al mundo. Entonces, se dirigió silenciosamente al living con la intención de ver algún programa de televisión. Pero en el pasillo de acceso, le llamó la atención un armario empotrado en la pared y decidió revisarlo, pensando encontrar algún libro para leer. Fue allí, que en la parte superior, descubrió arrumbada una caja que contenía el primer juego de ajedrez de madera de su vida.
Tomó la caja con curiosidad y al llevarla al living y extraer el contenido de las piezas que había en ella, percibió que se encontraban cubiertas de polvillo. Algunas de ellas estaban rotas, con sus bases separadas de los cuerpos.
"Deben haber estado allí más de treinta años", se dijo pensativo, mientras observaba con pesar los rayones y las manchas que salpicaban sus superficies.
Y decidido, como si tuviera que dar los primeros auxilios a un herido, fue a la cocina y volvió al rato con un pegamento, un poco de algodón y una botella de alcohol. Luego humedeció con alcohol un pedacito de algodón y comenzó a limpiar cada una de las piezas, mientras veía como increíblemente revivían el color al eliminar el polvo.
Repitió la operación reiteradas veces, soplando cada tanto para acelerar la evaporación del alcohol. Finalmente, al llegar el momento en que le era imposible seguir mejorando más el aspecto de las piezas, se puso a pegar las partes deterioradas. Después de terminar la tarea, al observar las viejas piezas con detenimiento, pensó que a pesar de todo no habían quedado tan mal.
Para el maestro era como reencontrar a unas queridas compañeras de batallas, desgastadas de tanto ser vapuleadas durante sus primeros anhelos ajedrecísticos, en las partidas que había jugado con su padre y sus amigos. Evidentemente, en un momento dado, la caja con las piezas había ido a terminar sus días en el oscuro estante de ese armario, de donde hoy las había rescatado dispuesto a revivirlas con cariño. 
Y allí permaneció parado, fascinado y sacudido por las nostalgias que lo transportaban a los tiempos lejanos de su juventud. Porque eran justamente ahora esas viejas piezas las que milagrosamente rescataban con cariño sus recuerdos del pasado, los que habían quedado escondidos en algún lugar de su corazón.