26/2/19

Tímido ajedrecista

Ahí estaba ese libro de Kamasutra ilustrado, que tanto llamaba la atención al juvenil maestro de ajedrez en la estantería de la librería. Sería cuestión de estirar la mano, tomarlo, caminar con él hasta el mostrador y sencillamente comprarlo. Pero tenía mucha vergüenza por lo que llegaría a pensar la chica vendedora, que siempre lo trataba muy dulcemente y con una mirada angelical.
Entonces cambió de planes y adquirió un libro teórico de ajedrez posicional, pensando que volvería el sábado siguiente, que era el día en que atendía normalmente el negocio un joven vendedor.
Es un libro muy bueno y practicando alguna de sus posiciones, a nosotros nos resultó una experiencia interesante para salir un poco de la rutina ꟷ, le dijo el sábado el muchacho, mientras envolvía el libro para entregárselo.
ꟷ ¿Es Ud. casado? ꟷ , le preguntó tímidamente el maestro.
ꟷ No, pero vivo en pareja desde hace algún tiempo con la chica que atiende esta librería los días de semana, le contestó el joven con una sonrisa.


17/2/19

Lucha imaginaria

El maestro estaba algo incómodo y nervioso porque en la apertura de la partida la posición de sus piezas en el tablero no eran del todo satisfactoria, pero con su mente emprendedora se dispuso a luchar contra aquellas amenazas que se cernían sobre su estructura de peones y tenía la ilusión de salvarse.
Por ello, eligió dentro de las variantes posibles, una que lo conducía a un medio juego que podría derivar en un final con posibilidades de tablas. Pero durante el desarrollo de la partida su situación fue mejorando paulatinamente, dado que sus piezas fueron ganando terreno, creando debilidades notorias en la posición de su rival, mientras el reloj de éste corría inexorablemente, consumiendo mucho tiempo en el análisis. 
Finalmente, y luego de una intensa lucha, mientras un progresivo y extraño resplandor iba iluminando el tablero, el maestro logró ganar calidad y su situación se tornó muy ventajosa. Sin embargo, envuelto por completo en esa luz misteriosa, no pudo paladear el sabor del triunfo, porque la claridad de la mañana lo despertó a la realidad. 
Al abrir los ojos, la familiar imagen de su dormitorio le mostró el escenario de su existencia actual sobre esa cama de sábanas revueltas. Entonces, respiró honda y profundamente durante unos minutos, sin poder creer como su mente había podido reproducir en un sueño, esa vibrante lucha ajedrecística.
Y mientras lentamente su conciencia comenzó a retornar al tiempo presente, el maestro no sentía ninguna desazón por no haber podido disfrutar del triunfo en ese sueño imaginario. Por el contrario, con su corazón latiendo de alegría pensaba en la satisfacción real que había tenido en esa noche, luego de haber ganado esa partida en el torneo de ajedrez.



8/2/19

El extraño hombre barbudo

En un día frío de invierno, me llamó la atención la extraña figura de un hombre barbudo, quien provisto de una gorra con visera, estaba sentado junto a mí en la barra de un bar, cada uno frente a su pocillo de café. Como forma de entablar conversación le hablé sobre el tiempo y luego de tocar varios temas, el hombre me reveló que había venido de visita al pueblo invitado por un viejo amigo para jugar unas partidas de ajedrez.
Cuando supe que era jugador de ajedrez, si bien yo soy un simple aficionado y conozco muy poco de esa actividad en el ámbito profesional, como el ajedrez me gusta mucho, no pude menos que elogiar las múltiples bondades de dicho juego.
No crea que es algo tan estupendo, también es un juego muy competitivo donde en el mundo hay muchos intereses de por medio, que hacen que un jugador exitoso tenga que soportar en algún momento de su vida, tanta soledad, persecución y desamparo, que finalmente lo lleven a rebelarse contra el sistema , me replicó con convicción. 
Tal aseveración me dejó impresionado y a la vez intrigado por saber la identidad de ese personaje que presuntamente debería ser bastante conocido en los medios ajedrecísticos, por lo que tras un rato de silencio y luego de tomar un sorbo de café, me atreví a preguntarle quien era. 
Soy Bobby Fischer, para servirle, aunque ahora después de tantos años de haber abandonado el título mundial de ajedrez, mi imagen está un poco deteriorada , me contestó sonriendo el hombre barbudo.


7/2/19

Soy un fracasado

Durante toda mi vida he sufrido numerosos fracasos y cuando eso sucede suelo derrumbarme espiritualmente y volver a levantar cabeza se convierte realmente en una odisea para mí. Me ha dicho el psicólogo que posiblemente esa sensación se produzca por el espíritu sobreprotector de mi madre. Ella, que cobra la jubilación mínima y la pequeña pensión de mi padre, logra actualmente con grandes sacrificios mantener mi subsistencia .
Ya desde niño, me afligía cuando la maestra me entregaba las notas de reprobación de un examen, y ni que hablar lo que padecí cuando la chica que más me gustaba me dijo que no, en la única declaración de amor que hice en mi vida.
Ahora, a los treinta y cinco años, sufro bastante cuando continuamente me desaprueban en las materias de la facultad, lo que dificulta y posterga eternamente mi graduación. O también, cuando no cumplo con las expectativas al pedir un trabajo, al darse cuenta el entrevistador que no soy el candidato adecuado que esperaba contratar.
Pero esta mañana, tuve un sueño depresivo espantoso, y me levanté con una sensación de angustia terrible que me martiriza el espíritu mucho más que todo aquello. Sucede que anoche he vuelto a perder nuevamente otra partida y estoy último en el torneo de ajedrez del club de mi barrio.