31/1/19

¿ Me dejas ganar ?

Si me dejas ganar te muestro el color de mi bombachita, me dijo ella antes de empezar la partida de ajedrez del torneo infantil de la escuela, mientras que yo sorprendido, divisaba su rostro sonriente, sus trenzas rubias y sus piernecitas blancas que sobresalían de su pollerita corta. Era la niña más linda y simpática de la clase, a quien todos mis compañeros buscaban en los recreos para jugar y sentarse junto a ella en las excursiones de la escuela.
La partida fue rápida y a las pocas jugadas le anuncié el jaque mate con una alegre expresión de victoria. Es que en aquel tiempo de mis nueve años, no me importaba para nada saber cual era el color de su bombachita.
Hoy después de tantos años ella es mi esposa, y recordando aquella anécdota de nuestra niñez, pensamos que los gustos en el mundo han cambiado. Fue cuando vimos a nuestro pequeño hijo que jugando una partida en el torneo infantil de la escuela con la compañerita más linda y simpática de su clase, perdió inexplicablemente, al dejar colgada su dama en una posición muy superior.


25/1/19

El jugador misterioso

Era ya pasada la medianoche de un verano bastante caluroso y el maestro no podía conciliar el sueño en su dormitorio, preocupado por el nuevo torneo interzonal en la que debía participar y que comenzaría la semana venidera.
Entonces, salió al balcón de su ventana y al ver la luna llena iluminando al parque ubicado frente a su departamento, como forma de combatir su somnolencia decidió caminar un rato por él para aprovechar el fresco de la noche. Además se llevó las piezas de ajedrez y una revista especializada, para analizar algunas partidas de sus rivales en la mesa de ajedrez que había en el parque, que a esa hora seguramente estaría desocupada.
Luego de dar unas vueltas por los senderos del parque bajo la luz de la luna, se había puesto a copiar una partida en la mesa de ajedrez, cuando de pronto surgió desde las sombras de la noche un joven, quien lo saludó con simpatía y le dijo que deseaba jugar al ajedrez con un importante maestro como él.
Repuesto de la sorpresa ante esa inesperada aparición, que le hizo en principio pensar que se trataba de un asaltante, le pidió que se retirara, porque él no se consideraba un maestro importante y por otra parte, no se dedicaba a la enseñanza del ajedrez y mucho menos a esa hora de la madrugada.
─ Pero yo no quiero que me enseñe, solo pretendo jugar una partida con Ud. ─, le contestó el muchacho angustiado y con la decepción reflejada en su rostro.
Entonces, al ver la tristeza del joven y su imagen bondadosa, recapacitó, y pensando que mal no le vendría para conciliar el sueño practicar con alguien un poco de ajedrez, accedió a su pedido y le ofreció sentarse para jugar una partida.
─ Elige el color que te guste y si quieres te doy alguna pieza de ventaja ─ , le dijo sonriendo a su joven rival.
─ No me importa jugar con blancas o negras, ni que me dé ventaja alguna, lo que realmente ansío es poder disfrutar del ajedrez, porque hace bastante tiempo que no juego ─, le contestó el muchacho.
Comenzaron la partida y a las pocas jugadas el maestro con negras estaba en graves problemas y finalmente tuvo que abandonar la partida ante la superioridad posicional aplastante del joven desconocido.
Sin todavía poder salir de su asombro, el maestro volvió a acomodar las piezas pensando que todo aquello era una mala pasada, pero en la siguiente partida con blancas volvió a hallarse en dificultades. El joven que se mantenía completamente silencioso, jugaba con una seguridad impresionante. De todas maneras, a duras penas el maestro logró sobrellevar la partida hasta el medio juego, entrando en un final que aunque estaba algo inferior, le parecía que podría aspirar a las tablas. Pero su rival en esa fase del juego hizo sus jugadas con tanta firmeza y precisión que fueron desmoronando una a una sus esperanzas, hasta que finalmente tuvo que inclinar nuevamente su rey.
Ya desesperado por tales desenlaces, el maestro miró a los ojos de su rival para proponerle jugar otra partida, pero ante su sorpresa, el joven le dijo que tenía que irse porque ya estaba amaneciendo y agradeciéndole que le haya dado la posibilidad de poder jugar con él, desapareció rápidamente en la oscuridad del parque, sin que el maestro tuviera tiempo de reaccionar.
Cuando retornó a su departamento, el maestro estaba muy intrigado, reprochándose no haber obtenido ningún dato del muchacho, ni siquiera como se llamaba, pero algo en el subconsciente le decía que a ese joven lo había visto en alguna parte. Luego, recorriendo un álbum de fotos de famosos ajedrecistas, quedó completamente desconcertado cuando lo reconoció, porque él no creía en los fantasmas que algunos decían que deambulaban por el parque en las noches de luna llena. Sin embargo, no le cabía duda que la imagen de ese jugador misterioso, era similar nada menos que a la del mismísimo Capablanca cuando era joven.
 
 

17/1/19

Marionetas del destino

La batalla está por comenzar sobre un tablero blanco y negro, donde los jugadores moverán las piezas de ajedrez como si fueran marionetas, determinando el destino de sus vidas. Pero los jugadores son a su vez marionetas en otro tablero de blancos días y negras noches, donde el destino también juega con sus vidas, en una enmarañada trama de tiempo, sueños y agonías.












Inspirado en los sonetos de ajedrez de Borges.
Finalista IV Concurso de minicuentos: Casa de Muñecas.
Incluido en el libro Amanecer.
Mundo Escritura. España. Enero 2019.

13/1/19

Buscando la buena suerte

El joven se colgó en el cuello una medallita de San Patricio que le fuera bendecida por el cura en la Iglesia, e introdujo un trébol de cuatro hojas plastificado en su billetera, como amuletos de la buena suerte antes de salir de su casa en el anochecer.
Cuando caminaba por la vereda para dirigirse a su destino, al ver a un operario trabajando sobre una escalera, la rodeó con cuidado para no pasar debajo de ella y luego tuvo que eludir a un gato negro que salía de la puerta de una casa, para evitar que se le cruzara por delante. 
Todo eso hizo con muchísima convicción, pero fue inútil, porque esa noche igual perdió la partida de ajedrez en el torneo del club.




12/1/19

Reencuentro en el parque

El parque está triste y nublado en ese otoño, el sol aparece de a ratos, mientras una leve brisa fresca arrastra las hojas muertas de los árboles con suaves ráfagas de nostalgia. El anciano llega por fin y luego de sentarse en un banco, despliega sobre un tablero las piezas de ajedrez, y empieza a desarrollar en soledad una partida publicada en un recorte de diario. Su viejo amigo con quien jugaba allí habitualmente, se ha enfermado y hace mucho tiempo que no viene.

De pronto alguien aparece a lo lejos caminando con sus zapatos gastados por un largo sendero de polvo de ladrillo. Cuando el anciano levanta la cabeza y lo ve acercarse, se le ilumina la cara de alegría al distinguir a su amigo. ¡Tenía tantas ganas de jugar una partida de ajedrez con él!

Y ante ese inminente reencuentro, el parque ya no está triste y se prepara entusiasmado para presenciar la partida. Entonces, las ramas de los árboles que antes daban una tenue sombra se estremecen y dejan pasar unos rayos de luz entre sus hojas amarronadas, para que la escena sea más hermosa.

 
 


 









Finalista VIII Concurso de Relatos breves. Tiempo de otoño.

Incluido en el libro: Por las sienes.

Creatividad Literaria. España. Noviembre 2023.

8/1/19

Amor furtivo

Ella era una dama blanca, fría e inmaculada y él un rey negro, imperturbable e indiferente, descansando junto con las demás piezas dentro de la caja de ajedrez. Pero aquella noche cuando comenzó sobre el tablero la partida del torneo, la dama blanca y el rey negro se llenaron de pasión. Y dando eróticos jaques al ardiente rey negro, la dama blanca desató una desenfrenada danza amorosa, el que en un frenético ir y venir, fue aumentando progresivamente en intensidad.
Pero todo aquello duró muy poco, porque la dama negra celosa que estaba al asecho originó un intercambio y ambas quedaron fuera del tablero. A mañana siguiente, la dama blanca fría e inmaculada y el rey negro imperturbable e indiferente, buscaban dentro de la caja mantener el secreto de aquel amor furtivo, esperando ambos ansiosos junto a las demás piezas que llegara la noche, en la que se desarrollaría la nueva partida del torneo.



4/1/19

El anciano relojero

Un anciano relojero que fue en su juventud un gran maestro de ajedrez, llegó a vivir más de cien años, construyendo en forma artesanal en su pequeño taller, relojes analógicos para jugar al ajedrez. Sus relojes adquirieron fama mundial, y llegaron a convertirse en un momento dado en codiciadas joyas de precisión para los más entendidos. Al venderlos, el anciano afirmaba con orgullo, que ni Crono, el Dios del tiempo, podría hacer algo mejor.
Esos dichos causaron malestar al Dios quien un día apareció ante él y lo desafió, diciéndole que lo derrotaría en una partida de ajedrez jugando con uno de esos relojes famosos, y que cuando ello ocurriera, daría por finalizado el tiempo de su vida. Dicen que por suerte el anciano venció a Crono, y así pudo lograr esa longevidad que le permitió seguir realizando su afición favorita durante muchos años más.