27/11/22

Abuela rejuvenecida

Un día acompañé a mi abuela a dar su caminata diaria por el parque. La vi muy alegre y bastante rejuvenecida. Caminaba con paso firme y en apenas quince minutos completamos las dos vueltas en la pista de atletismo. Terminado el recorrido, me atrajo para besarme en la mejilla.

Ahora volvé a tu casa, que ya te he aburrido bastante.

Le contesté que no, porque ese día mi mamá tenía que salir y me pidió que me quedara con ella para acompañarla esa tarde en el parque.

Ahora voy a ir al lugar donde están los tableros de ajedrez, a ver las partidas. ¿Estás seguro de que querés quedarte conmigo?

Sí abuela, me quedo. A mí me gusta mucho el ajedrez, pero me sorprendes, porque estaba seguro que vos no sabías jugar..

Es que aprendí en estos últimos días —, me contestó muy dubitativa y algo nerviosa.

De manera que fuimos caminando a ese lugar donde estaban las mesas preparadas con tableros y sillas para jugar al ajedrez. Allí nos paramos a ver una partida entre dos hombres maduros que jugaban muy ensimismados.

La partida concluyó rápidamente, y el vencedor que era un viejo bastante canoso, se incorporó y con una sonrisa saludó a mi abuela. Entonces, ella me miró dudando unos instantes, pero luego, ante mi completa sorpresa, se acercó a besar al afortunado.



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