27/8/22

Homenaje al campeón de ajedrez online

Estaban haciendo en el club de ajedrez una cena de homenaje al ajedrecista que se había consagrado ese año campeón del torneo online. Era de partidas rápidas a tres minutos por jugador, con dos segundos de recupero por jugada. Como el homenajeado tardaba en llegar, el consejero espiritual del club, que era el párroco del pueblo, decidió decir unas palabras para hacer tiempo:

Cuando fui designado consejero espiritual, no se conocía aún todo ese avance informático que se produjo en estos últimos años en el ajedrez online. Recuerdo que al día siguiente, el primer jugador de este tipo de partidas del club que se confesó conmigo en la parroquia, me dijo que empleaba un dispositivo que disparaba rápida y subrepticiamente las jugadas de un programa informático de ajedrez. Al afirmarme que ello era muy difícil de detectar, me dejó asombrado y a la vez muy preocupado, porque por mis votos debía mantener el secreto en el club.

Por suerte, al transcurrir el tiempo, se desarrollaron algunos métodos para detectar esas irregularidades, y al ir conociendo mejor a los jugadores de ajedrez que jugaban en esa modalidad, me di cuenta de que no todos procedían de aquella manera. Vi que la mayoría de ellos eran muy responsables y estaban ungidos de entrañables valores éticos. Así he vivido estos últimos años esas muevas tendencias en el ajedrez, durante mi cargo honorario en el club.

Justamente en este momento llegó el campeón, por lo que se le dio la palabra. Por supuesto, pidió disculpas por llegar tarde y al ver al párroco del pueblo, se dirigió a él esbozando una sonrisa:

Nunca voy a olvidar que al otro día que asumió como consejero espiritual de nuestro club, tuve el honor de ser el primero en confesarme en su parroquia



23/8/22

El gran maestro de ajedrez

Ahora que después de tantos años se había convertido en un prestigioso gran maestro de ajedrez y tras haber recorrido el mundo entero envuelto en los triunfos, sintió el deseo de visitar el pequeño tallercito de ajedrez de la escuela donde estudiaba cuando era niño. Al arribar al pueblo humilde y remoto donde había vivido, observó que todo había cambiado y no lo reconoció. Las calles de tierra habían sido asfaltadas y las humildes viviendas de aquel entonces, habían sido reemplazadas por casas residenciales .

De pronto, vio la escuela. Era la misma donde después de haberse capacitado en el tallercito de ajedrez, había partido para recorrer el mundo cuando tenía apenas catorce años. Envuelto en la curiosidad, penetró en ella para observar el local con más detenimiento. Al mirar por la ventana, distinguió en la oscuridad, a los viejos juegos de ajedrez apoyados sobre los pupitres y sobre la pared del frente, estaba iluminado el tablero mural con el cual se había capacitado en aquella época.

Todo se conservaba igual que antes. Ese recuerdo de su niñez lo puso nostálgico y se le humedecieron los ojos, porque le parecía que mágicamente había retrocedido en el tiempo.

Fue al abrir la puerta, cuando escuchó la voz enérgica del profesor de ajedrez emergiendo desde las penumbras del local.

—¿Estas son horas de venir? Llegaste tarde y seguro que te demoraste pensando como siempre en esas estúpidas historias  que rondan en tu mente.

Al escucharlo y volver a la realidad, el niño agachó la cabeza y se sentó rápidamente junto a sus compañeros en uno de los pupitres vacíos. Luego, en el tallercito de ajedrez de esa escuela, emplazada en aquel pueblo de calles de tierra y humildes viviendas donde vivía, comenzó a escuchar la clase con atención. Tenía la esperanza de que algún día podría llegar a ser ese gran maestro de ajedrez que siempre imaginaba en sus sueños.

 



Publicado en el libro: Cuentos Cortos. Rotary Lomas Este. Buenos Aires. Argentina. Año 2023.