13/12/22

Abuela vengativa

¿Abuela, estoy progresando en el ajedrez?—, pregunta la niña.

Si, pero tienes que mejorar, porque todavía eres un desastre —, le contesta la anciana, con un tono implacable, mientras con una sonrisa vengativa le come la dama.

En ese momento aparece la madre de la niña, quien al ver la escena, le recrimina severamente:

¿Qué necesidad tienes de tratar así a la chica?

¿Ah, sí? No sabes la paliza que me propinó esa mosquita muerta en las dos partidas anteriores —, le replica la abuela.




2/12/22

Alegres recuerdos

Lleno de nostálgicos pensamientos

ansioso un cajón abrí cierto día,

porque quería recordar eventos

que a mi vida le dieron alegría.

Y juntos encontré como un muestreo

medallas y trebejos de ajedrez,

que me llevaron a dar un paseo

por felices tiempos de mi niñez.




1/12/22

Adicción a las piezas de ajedrez

Aprendió a jugar al ajedrez cuando entró en la cárcel, y al salir un año después, se había convertido en un adicto al juego. Ya en libertad, muy pronto sintió la necesidad de armar una pequeña colección propia de piezas de ajedrez. Entonces, fue concurriendo a las jugueterías, clubes y lugares especializados para obtener piezas de diversos diseños y características especiales. De esa manera, fue construyendo poco a poco, una importante colección. Todo iba viento en popa, hasta que lo descubrieron, y tuvo que volver nuevamente a la cárcel. 




29/11/22

Abuelo ausente

Ayer enterraron al abuelo de la familia que en su vida fue un destacado maestro ajedrecista. Su pequeño nieto que lo quería muchísimo, está hoy muy apenado por su ausencia por motivos sentimentales, dado que ya no podrá seguir enseñándole a jugar al ajedrez con el cariño que siempre le brindó. También los padres del niño están hoy muy apenados por su ausencia, pero por motivos materiales, dado que ya no podrán cobrar mensualmente su elevada pensión.




27/11/22

Abuela rejuvenecida

Siempre recuerdo a mi abuela en un día que la acompañé ya en el otoño de su vida a dar su caminata diaria por el parque. A pesar de sus años, ella caminaba con paso firme y en apenas quince minutos completamos dos vueltas en la pista de atletismo. Terminado el recorrido, me atrajo para besarme en la mejilla.

Ahora vuelve a tu casa, que ya te he aburrido bastante.

Le contesté que no, porque ese día mi madre tenía que salir y me pidió que me quedara con ella para acompañarla esa tarde en el parque.

Ahora voy a ir al lugar donde están los tableros de ajedrez, a ver las partidas. ¿Estás seguro de que quieres quedarte conmigo?

Sí abuela, me quedo. A mí me gusta mucho el ajedrez, pero me sorprendes, porque estaba seguro que tú no sabías jugar.

Es que aprendí en estos últimos días —, me contestó muy dubitativa y algo nerviosa.

De manera que fuimos caminando a ese lugar donde estaban las mesas preparadas con tableros y sillas para jugar al ajedrez. Allí nos paramos a ver una partida entre dos hombres maduros que jugaban muy ensimismados.

La partida concluyó rápidamente, y el vencedor, que era un viejo bastante canoso, se incorporó y con una sonrisa saludó a mi abuela. Entonces, ella me miró dudando unos instantes, y luego, me pareció que el otoño de su vida se trasformaba en primavera, cuando ante mi completa sorpresa se acercó muy alegre y divertida a besar al afortunado.






Dios jugando al ajedrez

Un día la diosa Caissa decidió dar un paseo por la Tierra y visitó un club de ajedrez donde habían organizado un ciclo de conferencias para homenajear al gran José Raúl Capablanca. Allí, el maestro disertante, se disponía a realizar el análisis de una de sus partidas magistrales en un gran tablero electrónico mural. 

La diosa del ajedrez se acomodó en una silla, vio y escuchó atentamente, hasta que al final de la exposición, en el turno destinado a las preguntas del público, levantó su mano para comentar:

--En esa partida Capablanca era Dios jugando al ajedrez.

Después se marchó un tanto enojada, porque sonriendo, el maestro se atrevió a dudar de su aseveración.





26/11/22

Inspiración pictórica ajedrecística

Mi alma ajedrecística se inspira al ver la foto de un lienzo surrealista de Salvador Dali, denominado Máscara de ajedrez. Allí observo como las blancas nubes se deslizan en el cielo de un horizonte montañoso, mientas el agua cristalina del mar se desliza junto con las piezas de ajedrez sobre un enorme tablero donde está apoyado el mundo. Después al bajar la mirada, pienso que la pintura quiere expresar que el destino de nuestras vidas sobre ese gran tablero, al igual que las piezas de ajedrez, están enmascaradas por los dados del azar. Sonrío, porque cuando dejo de mirar la foto, siento que se me va la inspiración.








25/11/22

Niño distraído

Yo era un niño que me dolía la derrota, pero la humillación me dolía mucho más… Un día jugaba con mi abuelo una partida de ajedrez que ya tenía ganada, porque me encontraba en posición superior y con ventaja material. Pero todo se derrumbó, cuando de pronto mi abuelo tomó su alfil negro, y apoyándolo sobre el tablero, me gritó con una sonrisa burlona:

¡Jaque mate al niño distraído!

Completamente sorprendido ante esa jugada imprevista, incliné mi rey con muchas ganas de llorar y revolear todas las piezas por el aire. Sin embargo, fingí serenidad y arrugué la cara con un gesto que pretendía ser respetable, forzando los músculos faciales para que no se convirtieran en puchero.

Fue allí cuando mi abuelo me preguntó, con un aire irónico y triunfal:

¿El niño distraído está muy dolido y tiene miedo de pedir una revancha?—. Entonces, mientras tragaba los mocos, me armé de valor para contestarle:

¡No me dolió la derrota y claro que quiero la revancha! —, se lo dije con apenas un hilo de voz, pero salvando el honor.





18/11/22

Campeón del mundo de ajedrez

 

Sí, ¡como lo oyes!: yo iba a ser campeón del mundo de ajedrez. Sí, sí, sí. ¡No pongas esa cara nene! ¡Campeón del mundo! ¿No me crees? Te comprendo. Miras a tu abuelo y no ves más que a un viejo encorvado e inútil que está tratando de enseñarte a jugar. Sin embargo ya ves, la vida tiene esas cosas. Aunque no me creas, te cuento que estuve a punto de hacerme con el campeonato del mundo de ajedrez, pero en el último momento…

Por favor abuelo, no me hagas reír, teminala de una vez por todas con esa ridícula historia y enseñame bien como mueve el caballo.






Sensaciones de un jugador de ajedrez

 

La sensación placentera que había tenido en la apertura al encontrarse superior desapareció por completo. Las piernas le temblaban. Una impresión de vacío comenzó a invadirlo, pero se encontraba dispuesto a luchar contra aquellas amenazas que lo asechaban. Es cierto que se encontraba en posición inferior en el medio juego, pero iba intentar revertir la situación.

Si bien se sentía incómodo y nervioso, se resistía a pensar en el fracaso. En un momento dado de la partida tuvo que decidirse entre muchas variantes, todas ellas muy complicadas y con poco tiempo para analizarlas. Por intuición eligió una de ellas que le pareció la más prometedora. Pero rápidamente se dio cuenta que no había elegido la correcta.

Entonces, buscó cambiar todas las piezas y se dejó llevar hacia el final con alguna esperanza. Sin embargo, la realidad le demostró que no había solución posible. Se preparó para lo peor y finalmente asumió la derrota. Pero no sintió pena. Pensó en el próximo encuentro que tendría mañana, y juró ganarlo.







El viejo y el niño


El viejo descansa en el parque sentado en un banco dispuesto con una mesa para jugar ajedrez frente a la vista de un hermoso lago. Escucha solitario el trinar de los pájaros, deleitándose con las risas de los niños que juegan tras suyo como todas las mañanas de esa agradable primavera.

Sus manos, presas de un ligero temblor, se aferran con vigor a la empuñadura de su bastón, mientras recuerda con orgullo los muchos logros obtenidos en su larga trayectoria ajedrecística. Pero una sombra de aflicción cruza su rostro al recordar el presente. Siente que ahora ya no es importante y que ya a nadie le interesa jugar con él. Dicen que sus opiniones y sugerencias ajedrecísticas son antiguas y caen en saco roto o le dan la razón como a los tontos, justamente a él, con tanta experiencia acumulada.

De pronto aparece detrás suyo un niño de unos diez años provisto de una bolsita de plástico conteniendo piezas de ajedrez, quien lo saluda despertándolo de sus pensamientos. Al verlo, el viejo le sonríe cariñosamente.

Hola, ¿qué está haciendo? —, le dice el chico.

Me gusta mirar el lago y recordar cosas lindas, le contesta el viejo.

Me llamo Bobby como Fischer y me justa mucho el ajedrez, pero como me tienen miedo, ningún chico se atreve a jugar conmigo. ¿Acepta jugar una partida? — le pregunta el chico.

Por supuesto, y a mí también me gusta mucho el ajedrez , le responde muy contento el viejo que se llama José Raúl, dispuesto a emular al gran Capablanca.

Y así en esa mañana de primavera en el parque, el viejo y el niño disponen las piezas sobre el tablero, para entablar felices ese particular encuentro.




28/10/22

Leños apagados

Envuelto en el silencio y la oscuridad, no podía conciliar el sueño en esa fría noche de invierno. Recordaba con mucha amargura la partida de ajedrez que había perdido inexplicablemente esa noche en el torneo del club. Eran como si en esa helada oscuridad del dormitorio, al no haber ganado aquella partida, se hubiesen apagado los leños que daban calor a mi espíritu ajedrecístico. Pero luego, al dormirme, en mis sueños volvieron a encenderse los leños, cuyas llamas me ofrendaban unas cálidas esperanzas.






27/10/22

Caleidoscopio de ajedrez

El jugador de ajedrez sentado tras el monitor de su notebook, observa como a su hijo le brillan los ojos de felicidad, seducido por las mágicas imágenes de un caleidoscopio, produciendo figuras de maravillosos colores. Entonces, al comenzar la partida, piensa que él también sería muy feliz, si en su notebook, las piezas se convirtieran mágicamente en un caleidoscopio de ajedrez, produciendo sobre el tablero maravillosas combinaciones.



Amor oculto

Cuando se enteró que el novio de su hermana era un enamorado del ajedrez igual que ella, presintió el delirio que le esperaba en su vida. Al verlo, comprendió que el amor a primera vista se acababa de producir y no se había equivocado. La fascinación por él fue incrementándose poco a poco jugando partidas, dado que a su hermana el ajedrez no le gustaba para nada. De ese modo, mientras la pena la iba envolviendo paulatinamente, fue tratando de disimular, manteniendo oculto su amor. Pero no es que la torturase ese sentimiento, sino la imposibilidad de alcanzarlo, y lo difícil que era tratar de ocultarlo, tratando de concentrarse en el tablero sin dejar pistas.




Elemental Watson

El asesino entra sorpresivamente en el despacho donde está Sherlock Holmes jugando al ajedrez con el Doctor Watson y escapa luego de efectuarles varios disparos. Después de unas horas de silencio, Watson escucha la voz de Sherlock Holmes.  Elemental Watson. Como no respiro, ni me late el corazón, el asesino me ha matado, pero como puedo hablarle, es evidente que soy un alma en pena. Ahora bien, como veo que me está escuchando inmóvil y sin responder a mi jugada, está claro que también a Ud. lo ha matado. Por lo tanto deduzco que en estos momentos somos dos almas en pena frente a un tablero de ajedrez.





14/10/22

Reconocimiento

Lo reconoció por ese pequeño juego portátil de cuero con fichas de encastrar de plástico, que siempre llevaba consigo. Al ver la escena sintió un vahído, se le revolvió el estómago y fue a un costado del parque a vomitar junto a un árbol. Evidentemente tenía que ser ese viejo ajedrecista que siempre concurría al parque para analizar partidas de ajedrez. El juego estaba tirado en el césped junto al cuerpo envuelto en un charco de sangre. Al llegar la policía echaron una lona sobre el cadáver.




8/10/22

Placer ajedrecístico

En ajedrez de entusiasmo rebozo

manteniendo deseos encendidos,

y en el corazón siento los latidos

cuando una línea triunfal esbozo.


Placentero y sublime es este gozo

donde mi anhelo envuelve a mis sentidos,

y al concretar los planes elegidos

mi ansiedad se convierte en alborozo.


Muy excelso y glorioso es el momento

en el que lentamente y con agrado

al rival voy dejando sin aliento.


Finalmente combino con cuidado

para lograr la meta de mi intento

que es el jaque mate tan deseado.





6/10/22

Cuando juega al ajedrez

Fue un hombre joven y hermoso, pero con los años su aspecto poco a poco se fue deteriorando. Y ahora, ya en la vejez, busca inútilmente de realzarlo. Como las arrugas invadieron su rostro, las trata de ocultar con una barba llena de canas. La calvicie insiste en encubrirla con un pelo lago y disperso. Los lentes con gran aumento, tampoco lo ayudan a mejorar su imagen. Pero cuando juega al ajedrez... ¡Ah, pero cuando juega al ajedrez, se olvida de todo y se siente otra vez joven y hermoso!





3/10/22

Compañera inteligente

Es un ajedrecista profesional que hace unos años vive con una hermosa ginoide inteligente de última generación . Es muy servicial y amorosa y realiza todas las tareas de la casa. Tiene por él una fidelidad absoluta y nunca le recrimina absolutamente nada. Todas las tardes el maestro se dedica a practicar jugando partidas con ella, que como tiene una capacidad de memoria fabulosa, casi siempre le gana.

Un día el maestro cansado de perder, le pidió durante una partida que le traiga una gaseosa y entonces aprovechó para hacerle trampa, cambiando la ubicación de una pieza en el tablero. Cuando ella regresó con el pedido, le sorprendió que ella siguiera jugando muy seria, sin formularle ningún comentario. De ese modo el maestro le ganó partida.

Esa noche cuando el maestro se fue a jugar su partida en el torneo, la ginoide se la pasó en la cama llorando, preguntándose porque el maestro la había engañado de esa manera.




27/9/22

Piezas mágicas

En el universo hay unas mágicas piezas de ajedrez con las que los ángeles se divierten jugando. Cuenta la leyenda que cruzaron las fronteras del tablero y subieron hasta las nubes, siguieron aún más arriba y llegaron al espacio exterior. Se maravillaron del cosmos ya que era un espectáculo tranquilo y colosal que se parecía al blanco y negro del tablero. Entonces, al verlas sobre ese tablero celestial, los ángeles comenzaron alegremente a jugar. Dicen que en la tierra, por las noches esas piezas mágicas brillan como estrellas.



26/9/22

Partida inconclusa

No sé cómo empezó su primer ataque, ni cuál fue su razón. Solo recuerdo el caos y el vértigo que me provocó con sus jaques en la mismísima apertura. Pero con sangre fría me reorganicé y planifiqué el contraataque. Tenía que ser expeditivo y sorprenderle, justo ahora que mi rival saboreaba la victoria. Entonces, cuando sacrifiqué un caballo, su sonrisa se transformó en asombro. Fue un éxito, y aproveché para atacar con violencia con todas mis piezas. Así pude salir airoso del medio juego y quedé bien posicionado para el final. Estaba mejor, y esta vez mi rival no tendría escapatoria posible. Fue allí cuando me invadió la tristeza, porque sonó la campana del fin de recreo y la partida quedó inconclusa.




16/9/22

Esperanza vana

En el cajón de un antiguo bargueño, encontré un viejo y deteriorado juego de ajedrez de mi nieto. Entonces pensé que seguramente soñaría en volver a jugar con él, para reconfortarlo de esa larga espera. Pero como mi nieto en la actualidad juega habitualmente al ajedrez on-line con su notebook, me dio lástima que esas piezas rotas y desperdigadas en el cajón, llegaran a tener tan vana e inocente esperanza.












Finalista X Concurso de Minicuentos. Un bargueño para mis cuentos.

Incluido en el libro: Donde crecen los ríos.

Mundo de Escritura. España. Septiembre 2024.

9/9/22

Partida en el olvido

Luego de que perdiera en esa noche la final del torneo de ajedrez en el club, la única opción que tenía para continuar con su vida era eliminar de su memoria cada vestigio de esa partida. Debía desenterrarla al olvido. Un arduo trabajo psíquico y de control mental, le permitieron que no quedara ningún rastro de esa derrota en su mente. Por fin: había logrado suprimirla, ya no existía. Pero su esfuerzo mental por eliminarla había sido tan grande, que después no podía entender porque lo condenaron por el asesinato de su rival en esa noche.




8/9/22

Jugar conmigo mismo

Esa tarde quedé en jugar al ajedrez conmigo mismo en el tablero del parque, después de ver como lo hacía el gracioso anciano en un famoso video. Cuando llegué a la mesa, mientras iba poniendo las piezas sentado a solas frente al tablero, me pregunté si realmente valía la pena. ¿De verdad quería jugar al ajedrez conmigo mismo? Al final me dije que no y que ello no me divertía. Entonces, cuando ya estaba guardando las piezas apareció un niño pequeño. Y aquí estoy, sufriendo en la partida, tratando por todos los medios de que el chico no me dé mate.












6/9/22

Contundentes motivos

¡No lo puedo creer! Estuve escribiendo toda la noche mi nota de despedida, midiendo con mucho cuidado cada palabra. En ella busqué detallar con precisión los motivos por lo que hago esto. Ayer me dejó mi novia y para colmo, luego colgué estúpidamente una pieza en esa partida de ajedrez que tenía ganada y que definía el torneo. Y justamente ahora, que acabo de saltar del balcón, caigo en la cuenta de que no la he puesto en la mesa para que la lean. ¿Dónde la habré dejado? ¿Dónde estará? Ahora nadie sabrá cuales fueron los contundentes motivos por los que finalmente he tomado esta decisión.




27/8/22

Homenaje al campeón de ajedrez online

Estaban haciendo en el club de ajedrez una cena de homenaje al ajedrecista que se había consagrado ese año campeón del torneo online. Era de partidas rápidas Blitz a tres minutos por jugador, con dos segundos de recupero por jugada. Como el homenajeado tardaba en llegar, el consejero espiritual del club, que era el párroco del pueblo, decidió decir unas palabras para hacer tiempo:

Cuando fui designado consejero espiritual, no se conocía aún todo ese avance informático que se produjo en estos últimos años en el ajedrez online. Recuerdo que al día siguiente, el primer jugador de este tipo de partidas del club que se confesó conmigo en la parroquia, me dijo que empleaba un dispositivo que disparaba rápida y subrepticiamente las jugadas de un programa informático de ajedrez. Al afirmarme que ello era muy difícil de detectar, me dejó asombrado y a la vez muy preocupado, porque por mis votos eclesiásticos debía mantener el secreto en el club.

Por suerte, al transcurrir el tiempo, se desarrollaron algunos métodos para detectar esas irregularidades, y al ir conociendo mejor a los jugadores de ajedrez que jugaban en esa modalidad, me di cuenta de que no todos procedían de aquella manera. Vi que la mayoría de ellos eran muy responsables y estaban ungidos de entrañables valores éticos. Así he vivido estos últimos años esas muevas tendencias en el ajedrez, durante mi cargo honorario en el club.

Justamente en este momento llegó el campeón, por lo que se le dio la palabra. Por supuesto, pidió disculpas por llegar tarde y al ver al párroco del pueblo, se dirigió a él esbozando una sonrisa:

Nunca voy a olvidar que al otro día que asumió como consejero espiritual de nuestro club, tuve el honor de ser el primero en confesarme en su parroquia






23/8/22

El gran maestro de ajedrez

Ahora que después de tantos años se había convertido en un prestigioso gran maestro de ajedrez y tras haber recorrido el mundo entero envuelto en los triunfos, sintió el deseo de visitar el pequeño tallercito de ajedrez de la escuela donde estudiaba cuando era niño. Al arribar al pueblo humilde y remoto donde había vivido, observó que todo había cambiado y no lo reconoció. Las calles de tierra habían sido asfaltadas y las humildes viviendas de aquel entonces, habían sido reemplazadas por casas residenciales .

De pronto, vio la escuela. Era la misma donde después de haberse capacitado en el tallercito de ajedrez, había partido para recorrer el mundo cuando tenía apenas catorce años. Envuelto en la curiosidad, penetró en ella para observar el local con más detenimiento. Al mirar por la ventana, distinguió en la oscuridad, a los viejos juegos de ajedrez apoyados sobre los pupitres y sobre la pared del frente, estaba iluminado el tablero mural con el cual se había capacitado en aquella época.

Todo se conservaba igual que antes. Ese recuerdo de su niñez lo puso nostálgico y se le humedecieron los ojos, porque le parecía que mágicamente había retrocedido en el tiempo.

Fue al abrir la puerta, cuando escuchó la voz enérgica del profesor de ajedrez emergiendo desde las penumbras del local.

—¿Estas son horas de venir? Llegaste tarde y seguro que te demoraste pensando como siempre en esas estúpidas historias  que rondan en tu mente.

Al escucharlo y volver a la realidad, el niño agachó la cabeza y se sentó rápidamente junto a sus compañeros en uno de los pupitres vacíos. Luego, en el tallercito de ajedrez de esa escuela, emplazada en aquel pueblo de calles de tierra y humildes viviendas donde vivía, comenzó a escuchar la clase con atención. Tenía la esperanza de que algún día podría llegar a ser ese gran maestro de ajedrez que siempre imaginaba en sus sueños.

 



Publicado en el libro: Cuentos Cortos. Rotary Lomas Este. Buenos Aires. Argentina. Año 2023.

23/7/22

Piezas desdichadas

Lloran mis piezas del tablero

cuando las guardan en la caja,

y al seguirlas con la mirada

la partida voy recordando.

Como mi tristeza no para

deseo olvidar la derrota,

pero esas piezas desdichadas

a mi mente van torturando.