Cuando algunos aficionados junto con
los miembros de la Comisión Directiva del Club de Ajedrez vio
acercarse al palco a una hermosa mujer rubia prorrumpieron en
aplausos y entusiastas exclamaciones. Ella fue la única triunfadora
de las treinta partidas simultáneas que realizara esa noche el maestro
de ajedrez en el parque del centro de la Ciudad.
El presidente se le acercó con un diploma en sus manos y luego de felicitarla le dijo que era muy linda.
La triunfadora, le sonrió, pero lo sorprendió completamente cuando le respondió :
— Y la verdad es que no hay nada postizo. Todo esto me lo dio mi madre con lo demás que traje al mundo.
— Vamos a ver, señorita —, interrumpió, el presidente con una tosecilla nerviosa.
— Para llenar este diploma hacen falta algunos datos. Su nombre, su edad, su oficio.
— Mi oficio es muy antiguo, porque soy prostituta.
—¿Como ha dicho usted…? dijo el presidente luego de un silencio profundo.
— Soy prostituta.
Tratando de dominar su estupefacción , el presidente la interroga:
— Pero, entonces, ¿quiere usted decirnos cómo, cuándo, dónde adquirió usted ese dominio del tablero en la partida que jugó frente al maestro, aprovechando sutilmente las imprecisiones de su juego?
— Antes de venir a jugar acá estaba haciendo la calle en el centro de la Ciudad, cuando en el parque vi al maestro que me miró obnubilado al empezar a dar las simultáneas. Entonces, como me gusta bastante el ajedrez me senté en una silla y mostrándole un poco mi mercadería comencé a jugar. Luego fui moviendo las piezas al compás de las distracciones del maestro. Eso es todo.
El presidente se le acercó con un diploma en sus manos y luego de felicitarla le dijo que era muy linda.
La triunfadora, le sonrió, pero lo sorprendió completamente cuando le respondió :
— Y la verdad es que no hay nada postizo. Todo esto me lo dio mi madre con lo demás que traje al mundo.
— Vamos a ver, señorita —, interrumpió, el presidente con una tosecilla nerviosa.
— Para llenar este diploma hacen falta algunos datos. Su nombre, su edad, su oficio.
— Mi oficio es muy antiguo, porque soy prostituta.
—¿Como ha dicho usted…? dijo el presidente luego de un silencio profundo.
— Soy prostituta.
Tratando de dominar su estupefacción , el presidente la interroga:
— Pero, entonces, ¿quiere usted decirnos cómo, cuándo, dónde adquirió usted ese dominio del tablero en la partida que jugó frente al maestro, aprovechando sutilmente las imprecisiones de su juego?
— Antes de venir a jugar acá estaba haciendo la calle en el centro de la Ciudad, cuando en el parque vi al maestro que me miró obnubilado al empezar a dar las simultáneas. Entonces, como me gusta bastante el ajedrez me senté en una silla y mostrándole un poco mi mercadería comencé a jugar. Luego fui moviendo las piezas al compás de las distracciones del maestro. Eso es todo.