Después del holocausto nuclear ya
nadie con vida existía en la tierra, y solo había quedado operando
con su batería una notebook. Estaba esperando que el ajedrecista que
jugaba una partida con uno de sus programas, ejecutara la movida correspondiente, antes que se produjera la hecatombe. De pronto, frente
a ella apareció mágicamente el espíritu corporizado de Capablanca,
deseoso de ganarle a la máquina esa última partida de ajedrez
inconclusa de la humanidad.
BELLA FANTASIA PREMONITORIA
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