Un
joven de rostro inexpresivo estaba desarrollando un nuevo programa de ajedrez en el
monitor de su computadora, en las oficinas de un centro informático
de investigación. De pronto, observó con frialdad y sin causarle
ningún interés, la llegada provocativa de una mujer joven y
hermosa, que se paró a unos pocos metros frente a donde estaba
sentado. Entonces, ella comenzó lentamente a quitarse la ropa,
mientras él, como si nada ocurriera, seguía jugando tranquilamente
la partida.
Después
se le acercó completamente desnuda, lo miró de manera insinuante y
le sonrió, mientras se desprendía la piel plástica de su rostro,
para mostrarle el metal que se ocultaba debajo. Finalmente deslizó
la delgada capa plástica que envolvía su cuerpo con un suave y
delicado movimiento, y en sólo unos segundos quedó absolutamente
desprovista de toda semejanza humana. Era una figura brillante y
metálica, que le sonreía amorosamente con sus blancos y delicados
dientes de porcelana.
Entonces,
aquel joven imperturbables que estaba impasible e indiferente desarrollando el programa de ajedrez en su computadora, atraído por ese espectáculo, se
incorporó de su asiento. Rápidamente se quitó la ropa, y luego de
arrancarse la fina capa de plástico que cubría su cuerpo, la abrazó
cariñosamente con sus brazos metálicos articulados.