13/7/23

Encuentro ajedrecístico

Dos hombres bastante bebidos estaban esa noche sentados juntos en la barra de un bar. Después de un tiempo, uno mira al otro con detenimiento y le pregunta:

— ¿Eres ajedrecista, verdad?

El otro responde con orgullo:

Claro que lo soy.

Que bueno.. Yo también lo soy. Dios debe haber querido que nos encontremos. ¿Qué te parece si jugamos una partida?

Un rato después, el dueño entra en el bar, se sienta en una mesa y con una sonrisa le pide al mozo un café. Cuando éste se lo sirve, le pregunta que novedades tenía para contarle.

Va a ser una larga noche. En la mesa del fondo unos locos que se creen Fischer y Capablanca están borrachos jugando al ajedrez. 




7/7/23

Aprender a los golpes

Era un niño muy engreído y luego de haber aprendido con su madre a mover las piezas de ajedrez, creía que nadie podría vencerlo, porque a ella siempre le ganaba. Un día, como su madre estaba ocupada y no tenía a nadie con quien aplicar sus conocimientos, decidió jugar una partida contra un programa de ajedrez que encontró en su celular.

Con una sonrisa seleccionó el nivel principiante, y pensando que le ganaría fácilmente, inició el juego con sus piezas blancas. Luego buscó constantemente las jugadas que el programa le indicaba para mover las piezas negras en el tablero. Ante su asombro, estas lograron poco a poco una mejor posición y fueron acorralando a su rey blanco hacia los últimos casilleros del tablero en el que podía guarecerse.

Finalmente, su rey ya no pudo defenderse tras los pocos peones que le quedaban, y todo el tablero quedó sembrado de piezas negras. Frente a esa derrota, el niño descargó su rabia golpeando la mesa, y arrojando al aire con un manotón, las piezas que estaban sobre el tablero..

Su madre que oyó el ruido y el portazo que dio al salir de su cuarto, cerró sus ojos, y pensó que había hecho mal en dejarse siempre ganar como forma de incentivarlo en el aprendizaje. Y lamentó que su hijo no tuviera algún amiguito que supiera jugar al ajedrez, para practicar con ese hermoso juego que le habían traído los Reyes Magos.




5/7/23

La partida ha terminado

Mi esposa y yo que éramos maestros de ajedrez, estábamos algo distanciados, y el destino de nuestras vidas se dirimió en esa última partida. Luego de desplegar rápidamente sus piezas en el tablero, ella comenzó con un ataque persistente. 

Repentinamente, en el fragor de la lucha ella me atacó con sus reproches y yo le respondí con una sonrisa indiferente. Ante mi actitud despectiva, ella me siguió atacando en la partida sumamente nerviosa, hasta que colgó una pieza y quedó perdida. Entonces, yo busqué de algún modo apaciguar los ánimos:

¿ Quieres volver atrás ?—, le propuse para continuar la partida.

No. La partida ha terminado y quiero el divorcio – me contestó con determinación. 

Evidentemente, esa partida y nuestro matrimonio habían llegado a su fin.