Después de ejecutar mi jugada en la partida que estaba disputando en el club de ajedrez, mientras esperaba la respuesta de mi rival, mi vista se dirigió a un cuadro con la foto de un lienzo surrealista de Salvador Dali, denominado "Máscara de ajedrez" que estaba colgado en la pared. Allí observé a las blancas nubes en el cielo del horizonte montañoso, mientas el agua cristalina del mar se deslizaba junto con las piezas de ajedrez sobre un enorme tablero apoyado sobre el mundo. Evidentemente, la inspiración del pintor buscaba expresar que el destino de nuestras vidas sobre ese gran tablero, al igual que las piezas de ajedrez, estaban enmascaradas por los dados del azar. Y al bajar mi mirada, sonreí al ver que el azar me había ayudado. La movida que había elegido mi rival, entre las tantas que había, era justamente la que me permitía realizar el sacrificio de dama ganador.
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