Quería esa noche elaborar
una plan de juego coherente,
mas yo no podía concretar
nada que gustara realmente.
Pensé en sacrificios muy hermosos
que ansioso traté de analizar,
pero me aparecían borrosos
esos métodos para triunfar.
De pronto, un reflejo los alumbra
a Capablanca, Fischer y Tal,
los que colgados en la penumbra
veían mi laguna mental.
Y al posar en ellos mi mirada
del sopor pude yo liberarme,
y aquella inspiración tan ansiada
sus cuadros lograron ofrendarme.
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