Los sentimientos afloran en uno cuando perdemos algo que queremos, deseamos y necesitamos al mismo tiempo. Llegué a esta conclusión, cuando hace unos días, desgraciadamente perdí a quien apareció de repente en mi vida ajedrecística, ayudándome a transitar el camino. Ella siempre permanecía pacientemente muy cerca mío. Apenas una mirada bastaba para entendernos y jugábamos placenteramente al ajedrez durante horas y horas, en la que yo le trasuntaba toda la pasión que sentía. Además ella me ayudaba en la vida, a desarrollar mi actividad ajedrecística en este mundo moderno. Tenía con ella un perfecto entendimiento y como consecuencia de un simple olvido seguramente la he perdido para siempre. Y ahora estoy muy deprimido, esperando que se produzca el milagro de volver a recuperar a mi preciada tablet que dejé olvidada en el bar.
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