26/9/22

Partida inconclusa

No sé cómo empezó su primer ataque, ni cuál fue su razón. Solo recuerdo el caos y el vértigo que me provocó con sus jaques en la mismísima apertura. Pero con sangre fría me reorganicé y planifiqué el contraataque. Tenía que ser expeditivo y sorprenderle, justo ahora que mi rival saboreaba la victoria. Entonces, cuando sacrifiqué un caballo, su sonrisa se transformó en asombro. Fue un éxito, y aproveché para atacar con violencia con todas mis piezas. Así pude salir airoso del medio juego y quedé bien posicionado para el final. Estaba mejor, y esta vez mi rival no tendría escapatoria posible. Fue allí cuando me invadió la tristeza, porque la campana del fin de recreo sonó y la partida quedó inconclusa.





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