Al quedar muy inferior en la apertura
trata en el tablero con sus fantasías
de hallar compensaciones con sus jugadas.
Mientras el reloj desangra sus heridas
sus ojos van reflejando en esa lucha
la caída de piezas amenazadas.
Perdido, busca resistir todavía
y propina un jaque como una plegaria,
pero no hay salida para su agonía.