La llegada del buen tiempo va derritiendo la nieve
del jardín de la planta baja, y poco a poco van apareciendo las cosas que se han
ido sepultando a lo largo de todo este tormentoso invierno.
La semana pasada apareció en el buzón un libro de ajedrez que había comprado por Internet y me lo habían enviado por correo. Ayer encontraron la dama blanca que se me cayó de la mesa cuando luego de analizar una partida en el tablero de ajedrez, estuve tratando de guardar las piezas en su caja de madera.
La dama se fue rodando muy traviesa hacia la puerta de entrada y cuando ya la estaba por alcanzar con mi mano derecha, una ráfaga de viento abrió la puerta y me caí, resbalando sobre el hielo de la escalera de acceso en plena tormenta de nieve.
Si sigue este buen tiempo, la semana que viene seguramente descubrirán mi cuerpo, junto a la caja de madera firmemente aferrada a mi mano izquierda.
La semana pasada apareció en el buzón un libro de ajedrez que había comprado por Internet y me lo habían enviado por correo. Ayer encontraron la dama blanca que se me cayó de la mesa cuando luego de analizar una partida en el tablero de ajedrez, estuve tratando de guardar las piezas en su caja de madera.
La dama se fue rodando muy traviesa hacia la puerta de entrada y cuando ya la estaba por alcanzar con mi mano derecha, una ráfaga de viento abrió la puerta y me caí, resbalando sobre el hielo de la escalera de acceso en plena tormenta de nieve.
Si sigue este buen tiempo, la semana que viene seguramente descubrirán mi cuerpo, junto a la caja de madera firmemente aferrada a mi mano izquierda.
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