En el lugar donde se fueron encerradas
ha oscurecido y el silencio ya
hizo su aparición. Hace ya
unos minutos que todo ha terminado para ellas y en
estos momentos la
soledad que las rodea es
absoluta. Las voces exteriores ya no existen y sus
ecos se han acallado.
Acomodadas como pueden en ese pequeño recinto de madera alto y
estrecho, deberán soportar largas horas de reminiscencias.
Pero esa tortuosa espera no será eterna, porque mañana las piezas saldrán
libres otra vez a la luz, para posarse resplandecientes sobre el tablero, a
fin de disputar la nueva
partida del
torneo de ajedrez.
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