Lúgubres presagios nublan su mirada,
su mal sacrificio desangra en heridas,
y muestra el tablero su infructuoso intento,
donde ese error precipitó su caída.
Desesperado y buscando una descarga
con un grito de jaque agrede al silencio,
pero no hay antídoto de su agonía
y sufre ante el fracaso de la partida.