Me gustan las tardes cálidas de otoño, viendo como las hojas se desprenden de los árboles y vuelan indefensas a merced de la voluntad del viento. Tal vez se deba al recuerdo de los gratos días de mi niñez que pasé en la casa de mi abuelo. Él me buscaba a la salida de la escuela y luego de almorzar, en los atardeceres jugábamos al ajedrez en el jardín, entre la leche chocolatada con vainillas y las hojas amarillentas de los árboles que caían sobre el tablero.
Seleccionado VIII Concurso de Microrrelatos. Amanecer.
Incluido en el libro Microatardeceres VIII.
Diversidad Literaria. España. Septiembre 2025.
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