Porque esta vida
no es
-como probaros espero-,
mas que un difuso tablero
de complicado ajedrez.
-como probaros espero-,
mas que un difuso tablero
de complicado ajedrez.
Del poema "Ajedrez" de Omar Khayyam
Luego de aquellos reproches y ese pedido de separación por parte de mi
novia en la casa de sus padres, me sentía más triste que nunca y me costaba
mucho concentrarme en la partida. Estaba luchando en ese tablero de ajedrez contra el ejército blanco de
mi adversario, observando como sus peones avanzaban en forma arrogante y
triunfal. Pensé con cierta excitación que de alguna manera, debería encontrar
una variante salvadora para mi debilitada posición, en esa terrible lucha que
se avecinaba.
Fue justo en ese momento cuando encontré la jugada milagrosa del
sacrificio de un bravío caballo negro, con el que propiné a costa de su vida, un
certero jaque al rey blanco. Finalmente, el rey de mi adversario tuvo que
retroceder cobardemente para protegerse tras sus torres, muy junto a su dama. Por
un instante, presentí que fácilmente podría lograr la paz en esa guerra sugiriendo
un armisticio de tablas, que sin duda debería contar con la aceptación por
parte de mi rival.
Fue allí, cuando repentinamente mi mente se dejó llevar por el deseo y a
pesar de esa pena que tenía en el alma, me sentí estremecido por una brisa
cálida y amorosa. Comencé a imaginar nada más y nada menos, que los labios
húmedos y tiernos de mi amada en la vida real, eran los de aquella bella dama
blanca de marfil. Allí estaba ella cerca de su rey, distante y altiva, bien protegida por
el grueso del ejército de mi rival y rodeada por inexpugnables torres
amuralladas, que me parecían la casa de sus padres.
Entonces, mi alma enamorada se impregnó por completo de los mismos objetivos
por la que lucharía en la vida y con una cierta sensación de sosiego y
esperanza, decidí postergar la propuesta de tablas. Sentía en mi espíritu que nada
me importaba más en esa lucha ajedrecística que el placer de poder capturarla, como
una ilusoria y prodigiosa forma de reconquistar virtualmente aquel sublime amor
de mi vida. Por ello, empecé a plasmar en mi mente una estrategia distinta.
Fue así que decidí avanzar en forma enérgica con mi ejército negro, apoyado
tácticamente con mi infantería mejor posicionada. Debería evitar a toda costa
los flancos, que estaban siendo duramente diezmados por los ataques continuos
de las fuerzas de mi rival. Mientras el campo de batalla seguía sembrándose de
muerte, avancé firmemente con mi ejército negro. El combate se incrementó y muchos
de mis peones cayeron luchando con gran valentía.
Finalmente, con mi otro caballo, que estaba bien cubierto y apoyado por
los alfiles, pude llegar en forma lenta y subrepticia cerca de aquella ansiada dama.
Allí, mágicamente estaba mi amada ante mis ojos, tan accesible, tan hermosa y apetecible,
que hacía que todo mi ser esperara ansioso la jugada de mi rival para reconquistar
a mi amada.
Pero cuando ya estaba por realizar el salto con el caballo sobre las
defensas enemigas para capturarla, el grito repentino de “¡jaque mate!” de mi
rival, me hicieron estremecer, paralizándome el corazón. Y entonces,
mi alma se llenó de angustia ante la frustración en esa lucha virtual para lograr
recuperar aquel amor perdido, en ese tablero difuso del complicado ajedrez de
mi vida.
Abrazos,Néstor:
ResponderEliminarEl ajedrez invade,cuál sublime conquistador, todos los ámbitos de nuestras vidas. Tu semblanza,es la primera que leo relacionada con
el amor. Existen en su mayoria, relacionadas con la guerra.Ahora descubro que tú, maravillosamente,has atinado, al compararlo
con la más antigua de nuestras obsesiones.
¡DIANA!
jtc.
Genial, Néstor:
ResponderEliminarUniste Amor y Estrategia. Yo te conocía de cuando unías Trabajo y Estrategia.
Freud decía que el ser humano sano es el que se desempeña en el Amor y en el Trabajo. Vos sumás a ambos la Estrategia.
A este escrito le evalúo con la siguiente nota: 12,10 (o sea 10 + IVA).
Felicitaciones. Me gusta lo que escribís y cómo lo escribís.
Oscar Alonso
MAGNIFICA
ResponderEliminarBueno y grato es leer tu relato. El ajedrez sana o corrompe al aficionado en todas las esferas de su vida, luego no me extraña que impregne hasta el amor. Si nuestra vida es el ajedrez como para otro es el juego del tejo o turmequé (nuestro deporte indigena de totiar mechas de pólvora con tejo o piedra de hierro) , es probable que para ese otro, por una embocinada pueda perder el amor. Una vez con un amigo jugamos vuestras novias y le gané, pero me tocó devolversela, porque aunque era buen premio, tener dos suegras es cosa del diablo. Saludos amigo Néstor y mi sincera felicitación.
ResponderEliminar