Un profesor
de ajedrez que enseñaba a los chicos en la escuela siempre había sido en su
vida un jugador bastante mediocre, pero era muy engreído. Un día donde el tema
a tratar eran los finales de ajedrez, quiso reivindicar su ego luciéndose ante
sus pequeños alumnos. Sin mencionar su origen, comenzó a explicarles un brillante
final que ganó Capablanca, diciéndoles que él había sido el protagonista
de aquella partida.
Pero durante el desarrollo de la exposición un alumno atrevido e inteligente lo sorprendió. Le preguntó por qué había hecho él esa jugada tan compleja, en vez de comer directamente un peón, que le parecía mucho más natural y sencilla para ganar el final. Y en ese largo silencio que se produjo, donde el angustiado profesor buscaba infructuosamente los argumentos para contestarle, fue cuando se sintieron unos misteriosos ruidos apagados al final de la clase, sin que nadie se encontrara allí.
Era el espíritu divertido y travieso de Capablanca quien sentado en el último banco, al recordar el dificultoso análisis que tuvo que realizar para descubrir que había una refutación a esa simple jugada durante el desarrollo de aquella partida, no pudo contener las carcajadas al ver la imagen de desconcierto e incertidumbre reflejada en la cara del engreído profesor.
Pero durante el desarrollo de la exposición un alumno atrevido e inteligente lo sorprendió. Le preguntó por qué había hecho él esa jugada tan compleja, en vez de comer directamente un peón, que le parecía mucho más natural y sencilla para ganar el final. Y en ese largo silencio que se produjo, donde el angustiado profesor buscaba infructuosamente los argumentos para contestarle, fue cuando se sintieron unos misteriosos ruidos apagados al final de la clase, sin que nadie se encontrara allí.
Era el espíritu divertido y travieso de Capablanca quien sentado en el último banco, al recordar el dificultoso análisis que tuvo que realizar para descubrir que había una refutación a esa simple jugada durante el desarrollo de aquella partida, no pudo contener las carcajadas al ver la imagen de desconcierto e incertidumbre reflejada en la cara del engreído profesor.
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