― ¿Por
qué terminaste abruptamente el relato de la partida definitoria
final contra la muerte, haciéndome perder con un mate inesperado, si
dijiste que yo tenía mejor posición y estaba a punto de salvarme?―,
protestó el maestro de ajedrez, que era el protagonista principal de
la historia narrada por el escritor en el monitor de la computadora y que había
muerto por ese desenlace.
Al escritor le gustaban esos comentarios de protesta, porque era la prueba fehaciente de la importancia de su obra. Para él si no aparecía algún personaje capaz de rebelarse a su triste destino, su trabajo merecía ir a la papelera de reciclaje.
― Es que disponía de solo ciento treinta palabras y debía concluir el cuento para presentarlo al concurso literario ―, le contestó el escritor.
Al escritor le gustaban esos comentarios de protesta, porque era la prueba fehaciente de la importancia de su obra. Para él si no aparecía algún personaje capaz de rebelarse a su triste destino, su trabajo merecía ir a la papelera de reciclaje.
― Es que disponía de solo ciento treinta palabras y debía concluir el cuento para presentarlo al concurso literario ―, le contestó el escritor.
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