El rey estaba siendo atacado por las
piezas enemigas y pensó que su derrota en esa partida de ajedrez era
inminente, mientras trataba de protegerse escondiéndose
detrás de algunos de los pocos peones que le quedaban.
No podía entender como había llegado a esa posición, porque si bien en la partida su ejército había cometido numerosos errores, su rival no se había quedado atrás. En un momento dado sus huestes habían obtenido ventaja material, pero luego del cambio de damas, sus piezas fueron cayendo inexorablemente una por una, hasta quedar expuesto en la grave situación actual.
Finalmente sucumbieron sus peones y el rey quedó solo frente a las numerosas amenazas de jaques en el tablero y debía moverse constantemente ante cada jugada. Las amenazas del caballo y de la torre enemiga eran muy peligrosas y en esa terrible agonía en que estaba inmerso, no cabía duda de que se acercaba el momento de su muerte con el jaque mate definitivo.
Para tratar de salvarse, el rey intentó una fuga desesperada al encontrar una diagonal libre en el tablero y en medio de los jaques de las piezas atacantes se lanzó por esa senda a paso decidido, hasta que por último lo frenó una torre, quien cerró una de las escasas vías de escape que le habían quedado.
Pero cuando llegó el momento en que era inevitable el jaque mate final, las piezas rivales le dieron un pequeño respiro y entonces, aunque parezca mentira, ocurrió el milagro de su salvación. Todas las casillas donde podía ir el Rey estaban amenazadas y al quedar ahogado en su posición, el resultado de la partida fue tablas.
ꟷ ¡Que posibilidades mágicas y a la vez maravillosas tiene el ajedrez! ꟷ, pensaba el rey, mientras era encerrado junto con las demás piezas en la caja de madera, donde envuelto en la oscuridad y el silencio, por unos días descansaría en paz de la agonía sufrida en esa dura batalla.
No podía entender como había llegado a esa posición, porque si bien en la partida su ejército había cometido numerosos errores, su rival no se había quedado atrás. En un momento dado sus huestes habían obtenido ventaja material, pero luego del cambio de damas, sus piezas fueron cayendo inexorablemente una por una, hasta quedar expuesto en la grave situación actual.
Finalmente sucumbieron sus peones y el rey quedó solo frente a las numerosas amenazas de jaques en el tablero y debía moverse constantemente ante cada jugada. Las amenazas del caballo y de la torre enemiga eran muy peligrosas y en esa terrible agonía en que estaba inmerso, no cabía duda de que se acercaba el momento de su muerte con el jaque mate definitivo.
Para tratar de salvarse, el rey intentó una fuga desesperada al encontrar una diagonal libre en el tablero y en medio de los jaques de las piezas atacantes se lanzó por esa senda a paso decidido, hasta que por último lo frenó una torre, quien cerró una de las escasas vías de escape que le habían quedado.
Pero cuando llegó el momento en que era inevitable el jaque mate final, las piezas rivales le dieron un pequeño respiro y entonces, aunque parezca mentira, ocurrió el milagro de su salvación. Todas las casillas donde podía ir el Rey estaban amenazadas y al quedar ahogado en su posición, el resultado de la partida fue tablas.
ꟷ ¡Que posibilidades mágicas y a la vez maravillosas tiene el ajedrez! ꟷ, pensaba el rey, mientras era encerrado junto con las demás piezas en la caja de madera, donde envuelto en la oscuridad y el silencio, por unos días descansaría en paz de la agonía sufrida en esa dura batalla.
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