El tiempo perceptible de la vida del
rey se está quebrando en pedazos dentro del tablero, como si fueran
astillas invisibles que lastiman y desgarran su investidura. Su
situación es desesperante y la espera de la muerte se torna
insoportable para él, sufriendo una agonía que lo va conduciendo
por los senderos intrincados de los jaques, hasta que finalmente
recibe la estocada mortal del jaque mate.
Pero en el ajedrez, al igual que en
las sociedades majestuosas, la muerte del rey nunca es para siempre.
¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey! Ya comienza otra partida.
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