6/6/19

Extraño rival

Les puedo describir con absoluta certeza como han ocurrido los hechos, pero ahora no puedo evitar la impresión de ser perseguido por una infinidad de fantasmas invisibles que acechan y perturban mi mente sin darme tregua.
Que quieren que les diga, mis amigos dicen que soy un loco por el ajedrez y algo de razón tienen, pero en realidad soy solo un viejo jugador apasionado por ese juego. Les cuento que todos los días que tengo que viajar en el tren para ir a la oficina en el centro de Buenos Aires, llevo alguna revista de ajedrez para resolver algún problema o leer mentalmente alguna partida, como forma de disfrutar de ese tiempo, sumergiéndome en el mundo de los trebejos.
Un día, me puse a leer con sumo placer una de las partidas que habían jugado Bobby Fischer con Tigran Petrosian en el teatro Municipal San Martín en Buenos Aires durante 1971 en un mach por la candidatura, que justamente yo había presenciado en mi juventud.
Estaba concentrado con mi mente en la partida cuando percibí que un hombre sentado frente a mi, me miraba con detenimiento. Fue al levantar la vista cuando lo ví. Era la inconfundible imagen flaca y alta del gran Bobby Fischer de aquella época, quien vestido con traje y corbata me miraba con curiosidad, interesado en lo que yo estaba leyendo.
Quedé totalmente sorprendido y luego de constatar que estaba bien despierto y no soñaba, le dije que se parecía mucho a Bobby cuando era joven y le pregunté tímidamente si tenía algún parentesco con él.
ꟷ Es que yo soy Bobby Fischerꟷ, me dijo con convicción.
No puede menos que sonreír. Evidentemente era un impostor, ya que Bobby había muerto hacía ya algunos años y por otro lado hablaba en un perfecto castellano.
ꟷ Me estás engañando, si bien te pareces mucho, vos no sos Bobby ꟷ, le dije.
ꟷ Soy el mismo que jugó el mach con Petrosían en Buenos Aires ꟷ me contestó.
Entonces, pensando que era una broma, porque seguramente él había visto la revista que yo estaba leyendo, se me ocurrió una idea brillante para desenmascararlo.
ꟷ Si sos realmente Bobby Fischer te invito a jugar una partida ꟷ, le propuse con una amplia sonrisa.
Yo estaba seguro que no habría de aceptar, porque no cualquiera que sepa bastante de ajedrez juega una partida a ciegas sin tablero de por medio.
Sin embargo, de inmediato él aceptó de muy buena gana el convite, comentándome que hacía hacía mucho tiempo que no jugaba al ajedrez y que cuando perdía se ponía muy triste.
ꟷ ¿Quieres que te dé alguna pieza de ventaja ꟷ, le pregunté con ironía.
ꟷ No necesito ninguna ventaja para ganar, y te dejo salir con blancas si quieres ꟷ, me contestó con una seguridad aplastante, ante mi completa sorpresa.
Comencé la partida diciéndole e4 y me contestó al toque con e5, transformándose rápidamente la partida en una variante de la Ruy Lopez. Ya al salir de la apertura, ante las jugadas seguras y precisas de mi contrincante, yo estaba en graves problemas y finalmente luego de perder material y encontrándome en una situación desesperada, tuve que inclinar mi rey virtual, sin poder creer aún lo que había ocurrido.
Evidentemente se trataba de un jugador de mucho nivel y todo indicaba que efectivamente había jugado con el mismísimo Bobby Fischer. Era como si su alma se hubiese corporizado con su joven figura.
Estaba muy anonadado y sorprendido, porque seguía pensando que todo aquello no podía ser y era imposible, pero cuando le iba a preguntar más detalles para aclarar bien las cosas, mi extraño rival se levantó presuroso y aprovechando que el tren ya partía de una estación, desapareció para siempre de mi vista con una sonrisa en los labios.
Que quieren que les diga, mis amigos algo de razón tienen cuando dicen que soy un loco por el ajedrez y ahora pienso que también tienen algo de razón cuando dicen que todo fue un desvarío producto de mi imaginación. Pero lo cierto es que en aquel momento fue para mí un hecho absolutamente tangible y perceptible, que me llenó de emoción.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario