Cuando yo era niño en una noche tormentosa de abril jugabamos una partida de ajedrez con mi padre en el living de casa, quien me estaba enseñado los rudimentos del juego, mientras mi madre miraba su desarrollo sentada junto a nosotros.
Mi padre realizaba jugadas disparatadas para incentivar mi interés en el aprendizaje del juego y ponía al rey en inútiles peligros. Es un momento dado, mi padre provocó a propósito un error fatal. Fue allí cuando mi madre, que se divertía enormemente, quiso constatar si yo estaba tan ensimismado en esa jugada definitoria, como para no haber advertido el ruido ensordecedor del granizo que caía en medio de la tormenta.
― Nene, andá a ver por la ventana como está cayendo el granizo ―, me dijo de pronto.
― Claro que voy a ver, pero antes quiero darle ¡Jaque mate! a papá ―, le dije sonriendo a mi madre, moviendo implacablemente la dama, mientras la expresión actoral del rostro de mi padre, iba pasando lentamente de la sorpresa a la tristeza.
― No te aflijas, querido ―, le ganarás al chico en la próxima partida―, le dijo mi madre a modo de consuelo.
Entonces yo alcé vista con mi corazón lleno de alegría, y mientras soñaba con ser campeón mundial de ajedrez, fui a ver por la ventana como caía el granizo del cielo en medio de la oscuridad de la noche, sin sospechar absolutamente nada.
Hoy, después de tanto tiempo, esos recuerdos me llenan el alma de nostalgias, porque mis padres y aquella ingenuidad de mi niñez, ya se han ido, como se van las noches con sus sueños.
Finalista VI Concurso Relatos breves. Lluvia de abril.
Incluido en el libro Noche de tormenta.
Creatividad Literaria. España. Mayo 2021.
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