El día de su cumpleaños, el maestro de ajedrez tenía que viajar, porque fue invitado para jugar un importante torneo de partidas rápidas que organizaba un país vecino. Por tal motivo, programó su actividad de modo de realizarla en el mismo día, trasladándose en avión. En cierta medida, esa salida le daría una escusa para evitar las típicas reuniones de cumpleaños que a él tanto le disgustaban.
Durante el trayecto al aeropuerto pasó con el taxi por la oficina de un detective privado, al que le había encomendado el seguimiento de su esposa, porque presumía que le era infiel. Allí, el detective le confirmó todas sus sospechas, apoyado en numerosas fotografías probatorias.
Esta revelación le causó una angustia terrible, que lo acompañó durante el viaje en avión. Al llegar, tomó la determinación de cerrar su celular para no tener que contestar ningún mensaje de salutación de amigos o familiares. Durante el día, estuvo muy deprimido y nervioso en todo el desarrollo del torneo, y al no poderse concentrar adecuadamente en las partidas, tuvo un desempeño desastroso.
Al regresar en avión por la noche, con el espíritu destrozado y dispuesto a encarar a su esposa, le llamó la atención al bajar del taxi que lo trasladó del aeropuerto, la oscuridad reinante que rodeaba toda la casa.
Fue al abrir la puerta y encender la luz del living, cuando lo sorprendieron todos los invitados a la fiesta que había organizado su mujer para su cumpleaños, quienes lo saludaron cantando a coro:
ꟷ Que los cumplas feliz…que los cumplas feliz…
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