El
maestro estaba algo incómodo y nervioso porque en la apertura de la
partida la posición de sus piezas en el tablero no eran del todo
satisfactoria, pero con su mente emprendedora se dispuso a luchar
contra aquellas amenazas que se cernían sobre su estructura de
peones y tenía la ilusión de salvarse.
Por ello, eligió dentro de las variantes posibles, una que lo conducía a un medio juego que podría derivar en un final con posibilidades de tablas. Pero durante el desarrollo de la partida su situación fue mejorando paulatinamente, dado que sus piezas fueron ganando terreno, creando debilidades notorias en la posición de su rival, mientras el reloj de éste corría inexorablemente, consumiendo mucho tiempo en el análisis.
Finalmente, y luego de una intensa lucha, mientras un progresivo y extraño resplandor iba iluminando el tablero, el maestro logró ganar calidad y su situación se tornó muy ventajosa. Sin embargo, envuelto por completo en esa luz misteriosa, no pudo paladear el sabor del triunfo, porque la claridad de la mañana lo despertó a la realidad.
Al abrir los ojos, la familiar imagen de su dormitorio le mostró el escenario de su existencia actual sobre esa cama de sábanas revueltas. Entonces, respiró honda y profundamente durante unos minutos, sin poder creer como su mente había podido reproducir en un sueño, esa vibrante lucha ajedrecística.
Y mientras lentamente su conciencia comenzó a retornar al tiempo presente, el maestro no sentía ninguna desazón por no haber podido disfrutar del triunfo en ese sueño imaginario. Por el contrario, con su corazón latiendo de alegría pensaba en la satisfacción real que había tenido en esa noche, luego de haber ganado esa partida en el torneo de ajedrez.
Por ello, eligió dentro de las variantes posibles, una que lo conducía a un medio juego que podría derivar en un final con posibilidades de tablas. Pero durante el desarrollo de la partida su situación fue mejorando paulatinamente, dado que sus piezas fueron ganando terreno, creando debilidades notorias en la posición de su rival, mientras el reloj de éste corría inexorablemente, consumiendo mucho tiempo en el análisis.
Finalmente, y luego de una intensa lucha, mientras un progresivo y extraño resplandor iba iluminando el tablero, el maestro logró ganar calidad y su situación se tornó muy ventajosa. Sin embargo, envuelto por completo en esa luz misteriosa, no pudo paladear el sabor del triunfo, porque la claridad de la mañana lo despertó a la realidad.
Al abrir los ojos, la familiar imagen de su dormitorio le mostró el escenario de su existencia actual sobre esa cama de sábanas revueltas. Entonces, respiró honda y profundamente durante unos minutos, sin poder creer como su mente había podido reproducir en un sueño, esa vibrante lucha ajedrecística.
Y mientras lentamente su conciencia comenzó a retornar al tiempo presente, el maestro no sentía ninguna desazón por no haber podido disfrutar del triunfo en ese sueño imaginario. Por el contrario, con su corazón latiendo de alegría pensaba en la satisfacción real que había tenido en esa noche, luego de haber ganado esa partida en el torneo de ajedrez.
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