8/3/19

Campeón eterno

Estaba una noche escribiendo con mi notebook sobre el escritorio en mi cuarto de trabajo, cuando de pronto ví que alguien se paró a mi lado y de inmediato lo reconocí. Tenía sus ojos encendidos, con una barba recortada en su rostro demacrado y vestía con el mismo pantalón, camisa y corbata que yo había imaginado para el personaje del campeón mundial de ajedrez. Justo en ese momento estaba definiendo el resultado de la partida final en el mach por el título, para concluir la nueva novela que estaba por publicar.
ꟷ ¿Qué haces aquí parado?ꟷ, le pregunté.
ꟷ Estoy intrigado por saber el resultado de esa última partida del mach que estoy disputando ꟷ, me contestó.
ꟷ Ya tengo decidido que perderás el título ꟷ, le respondí.
ꟷ Pero eso es una injusticia total que empañará para siempre mi trayectoria ꟷ, me dijo enojado.
ꟷ Si bien te he definido como el jugador más prestigioso del mundo, yo soy el escritor que determina el destino de los personajes en la historia que estoy elaborando.
¿Entonces, ya has tomado la decisión? ꟷ, me preguntó mirándome con fijeza.
Sí, ya he decidido que finalmente el título mundial quede en manos del retador, que es un jugador mucho más joven y que tiene un destino más promisorio que el tuyo , le contesté.
Fue allí que me increpó con un tono amenazante:
Vaya, vaya, quién lo iba a decir ... ¡Después de toda esta terrible lucha ajedrecística que me hiciste realizar, al fin me entero de lo que me va a pasar y por eso voy a hacer algo que seguramente tú no has pensado! 
Sus palabras me intrigaron: 
ꟷ ¿Vas a hacer algo que yo no he pensado?ꟷ, le pregunté.
¿No lo adivinas? Voy a matarte ꟷ, me contestó.
¿Como dices?
Como lo oyes, voy a matarte y de esa manera me convertiré en el eterno campeón mundial de ajedrez de tu novela inconclusa.
¿Pero no te das cuenta que solo eres un personaje novelesco y que dependes absolutamente de mi? Yo te creé y soy el que decido sobre ti, así que te pido por favor que te vayas y me dejes terminar mi obra literaria tranquilo.
De pronto un cuchillo relumbró en su mano derecha y con su rostro encendido de cólera, el campeón se abalanzó sobre mí con un ímpetu diabólico. Apenas tuve tiempo de eludir la embestida, cuando me desperté sobresaltado con mi cabeza apoyada sobre el escritorio.
Al abrir los ojos, al ver la familiar imagen de mi notebook aún encendida, respiré honda y profundamente durante unos minutos y luego que lentamente mi conciencia retornó a la realidad, concluí la historia haciéndole perder el título mundial en la última partida del mach como tenía previsto. Por suerte, pasados ya varios años de publicada la novela, nunca más en algún sueño he vuelto a toparme con él. 




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