Había una vez un peón que al
llegar a la última fila del tablero de ajedrez, sintió en unos
segundos como que una rara metamorfosis se estaba operando en él. Y
al convertirse en un nuevo ser con una apariencia diferente, se
avergonzó ante las miradas suspicaces y burlonas que le lanzaron sus peones compañeros.
Pero un momento después quedó tan
asombrado, que ni él mismo lo podía creer. ¡Se había transformado
nada menos que en la bella dama que ahora en el tablero, reinaba a sus burlones compañeros!
Moraleja: Ser diferente no debe avergonzar a nadie.
Moraleja: Ser diferente no debe avergonzar a nadie.
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