Cuando el abuelo
llegó de hacer unas compras, su nieto que recién
había llegado de la escuela, estaba sentado en el sofá mirando un
viejo álbum
familiar
de
fotografías. Estaba tan ensimismado en la contemplación, que daba
la impresión de que trataba
de
constatar algo que de pronto lo habría sorprendido.
—¿Estás
buscando algo en el álbum? —
le preguntó el abuelo intrigado.
Al
verlo el nieto se incorporó con ansiedad, pero tardó varios
segundos en responderle.
— Hoy
en la clase de ajedrez, el maestro nos ha hablado de vos, abuelo
—,
le dijo finalmente,
mirándolo a los ojos con cariño
y admiración.
Y sin darse cuenta, en esos precisos
instantes
le estaba dando a su abuelo una de las más conmovedoras
satisfacciones
que había recibido en su
larga trayectoria ajedrecística.
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