3/10/24

El viejo

En mi vida de aficionado al ajedrez siempre recuerdo al viejo. Era un jugador veterano que jugaba ajedrez al ping-pong a cinco minutos. Los medios días de descanso en la oficina concurría al café Richmond en el centro de Buenos Aires a fines del siglo pasado. Allí, en el subsuelo, me quedaba parado frente a su mesa de juego con algunos compañeros de trabajo, contemplando y deleitándonos con sus partidas.

El viejo en esta variedad rápida de ajedrez, jugaba a una velocidad asombrosa. Conocía al detalle todos los gambitos habidos y por haber. Normalmente sacrificaba un peón en la apertura para quedar en mejor posición y luego recuperar el material. Si por el contrario el adversario era quien lo planteaba, él sacaba de la galera algún contragambito. Sacrificaba entonces también él un peón, generando una partida muy difícil de resolver para el sorprendido oponente en tan poco tiempo disponible.

Evidentemente conocía al dedillo el libro de celadas en las aperturas, porque sorpresivamente sacrificaba una pieza. Cuando el adversario la tomaba, creyendo que el canoso había cometido un error, quedaba en pocas jugadas irremediablemente perdido.

Pienso que en el ajedrez convencional y salvando las distancias, su juego en ping-pong se asemejaba al que fuera gran campeón mundial ruso, Mikhail Tal o más allá en el tiempo a Morphy o Marshall. Además con su estrategia de juego lograba con velocidad pasmosa ganar espacio y poco a poco, generaba debilidades posicionales en el enemigo, atenazando sus piezas en la defensa. Lo admiré, ganando finales como lo hacía el gran Capablanca en ese poco tiempo que disponía.

Y que decir de sus hermosos remates de partidas. Era un espectáculo que nos regocijaba por doquier. Condensada en esa rapidez podíamos embelesarnos con sus sacrificios brillantes y asombrosos. Como privilegiados espectadores hemos visto salir de la galera de ese genio cosas similares a la inmortal o la siempre viva.

De todas formas, algunas veces sus planteos y sus sacrificios eran refutados, pero generalmente ello llevaba al adversario a pensar demasiado para resolverlos en el poco el tiempo disponible. En esas posiciones, el viejo jugada rápidamente y con su mano apretaba el reloj como un rayo, lo que normalmente hacía que la aguja del adversario terminara cayendo irremediablemente.

El viejo permanecía horas y horas jugando intermitentemente mientras los adversarios, que formaban parte de un selecto grupo de amigos de bastante nivel ajedrecístico, desfilaban una y otra vez en el tablero.

Parados alrededor de la mesa de juego se formaba un círculo compacto de aficionados, que como nosotros, disfrutábamos de aquel espectáculo gratuito. En algunos casos hasta se escuchaban exclamaciones de aprobación y asombro, ante algunas jugadas espectaculares.

Hoy esos recuerdo me llenan de nostalgia, porque ya nunca podré volver a gozar de todo aquello, dado que el viejo, quien no era otro que el maestro Miguel Najdorf, junto con aquel antiguo café Richmond, ya se han ido, como se van las noches con sus sueños.



Como tributo a la memoria de Miguel Najdorf, el 15 de abril, fecha de su natalicio, se celebra en Argentina el DÍA DEL AJEDREZ.

2/9/24

Jugador ventajero

El alma de un famoso ajedrecista llamó a la puerta del cielo y cuando apareció San Pedro le dijo:

Disculpe Señor la molestia, acabo de morir y quisiera pasar al Paraíso para poder jugar con los mejores jugadores del mundo que se encuentran allí.

Fuiste un hombre de poca fe religiosa, y por eso no te puedo dejar entrar —, le respondió San Pedro.

No es realmente así Señor. Es verdad que mi fe no ha sido mucha, pero siempre he invocado a Dios para que me ayude cuando me encontraba mal en las partidas de ajedrez. Y gracias a él, que me ha ayudado en todas ellas, he logrado alcanzar el éxito en muchos torneos de mi carrera ajedrecística —, le dijo el maestro.

Tras escucharlo, San Pedro meditó un momento y luego le respondió:

Bien, te mandaré al Purgatorio para que purifiques tu alma de los pecados que has cometido. Pero antes de dejarte entrar al Paraíso, le pediré a Dios que no te ayude más en tus partidas, porque allí no queremos jugadores ventajeros.

















Seleccionado IX Concurso de Microrrelatos.  

Incluido en el libro del concurso.

Versos Compartidos. Montevideo. Uruguay. Septiembre 2024. 

30/4/24

Piezas olvidadas

Unas piezas de un juego de ajedrez

hallé en un viejo cajón olvidadas,

las había guardado en mi niñez

y creía que estaban extraviadas.


Y cuando las observé nuevamente

en mi triste y solitaria vejez,

volví a jugar ajedrez con mi mente

como lo hacía de niño otra vez.





25/3/24

Amor cibernético

Un joven de rostro inexpresivo estaba desarrollando un nuevo programa de ajedrez en el monitor de su computadora, en las oficinas de un centro informático de investigación. De pronto, observó con frialdad y sin causarle ningún interés, la llegada provocativa de una mujer joven y hermosa, que se paró a unos pocos metros frente a donde estaba sentado. Entonces, ella comenzó lentamente a quitarse la ropa, mientras él, como si nada ocurriera, seguía jugando tranquilamente la partida.

Después se le acercó completamente desnuda, lo miró de manera insinuante y le sonrió, mientras se desprendía la piel plástica de su rostro, para mostrarle el metal que se ocultaba debajo. Finalmente deslizó la delgada capa plástica que envolvía su cuerpo con un suave y delicado movimiento, y en sólo unos segundos quedó absolutamente desprovista de toda semejanza humana. Era una figura brillante y metálica, que le sonreía amorosamente con sus blancos y delicados dientes de porcelana.

Entonces, aquel joven imperturbables que estaba impasible e indiferente desarrollando el programa de ajedrez en su computadora, atraído por ese espectáculo, se incorporó de su asiento. Rápidamente se quitó la ropa, y luego de arrancarse la fina capa de plástico que cubría su cuerpo, la abrazó cariñosamente con sus brazos metálicos articulados.




19/3/24

Placer sensual

Un hombre esbelto y elegante, la miró de pronto en forma sensual y apasionada con sus grandes ojos negros. Luego, mientras la alzaba delicadamente de la cintura en el lugar que ella se encontraba, la fue complaciendo con sus cálidos dedos en su cuerpo desnudo. Finalmente, en medio de todo aquel delirio, dijo con su voz excitada de placer: ―¡Jaque mate!―, mientras depositaba suavemente sobre el tablero de ajedrez a la bella dama de marfil.






X Certamen de Microrrelatos. De amor.

Incluido en el libro: La rueca de la vida.

Letras como Espada. España. Marzo 2024.

29/12/23

Si no es Papá Noel, serán los Reyes Magos

El niño estaba muy enojado junto al arbolito de Navidad con un rompecabezas y un trompo que le había regalado Papá Noel. Le contó a sus padres que le había pedido un juego de ajedrez, en una carta que le ayudó a hacer su hermano, pero con la condición de que no la revelara a nadie. Al oírlo, su madre le dijo sonriendo que le ayudaría a escribir otra a los Reyes Magos. En tanto, su padre reemplazaba el celular que Papá Noel le había traído a su hermano, por un calzoncillo, una camiseta y un par de medias.





 

Aburridos

El abuelo estaba muy aburrido junto a su pequeño nieto, viendo en el portal de la casa como la lluvia caía en forma monótona y suave sobre la vereda. Entonces, se dirigió al interior de la casa para buscar el juego de ajedrez, pensando en levantar el ánimo jugando con su nieto una partida.

Pero por más que buscó, solo encontró una vieja caja de ajedrez conteniendo algunas deterioradas piezas de madera, y entonces se le ocurrió una idea. Luego, bajo un paraguas para protegerse de la lluvia, ambos veían felices como las piezas competían entre ellas deslizándose por la corriente de agua, en el cordón de la vereda.




Ojos negros embrujados

Fui becado en el humilde pueblo donde vivía, para efectuar los estudios universitarios en la Ciudad, y allí conocí a un amigo entrañable con quien compartí los avatares de la carrera de abogacía. Luego de graduarnos, yo me dediqué profesionalmente a la enseñanza del ajedrez y como ahora vivo solo en la Ciudad, él me invita asiduamente a visitarlo a su casa, para aportarle mis experiencias a su esposa, la que participa asiduamente en torneos.

Y aunque parezca mentira, ya al verla me enamoré perdidamente de ella, embrujado por sus hermosos ojos negros. Si bien la pareja de mi amigo me manifiesta un cálido afecto, yo siempre debo disimular mis emociones. Sin embargo, se me hace muy difícil esconder este amor secreto, para que nadie sospeche de mi angustia.

Es que cuando de pronto alzo mis ojos del tablero de ajedrez y me encuentro con los de ella, mi corazón se acelera, y a mí solo me queda el consuelo de compartir el resplandor de esos ojos negros embrujados, que me acompañan en los análisis de las partidas y me sumergen en un mundo mágico y maravilloso. 




28/12/23

El otro yo del ajedrecista

Era un jugador brillante que jugaba por las noches en el club de ajedrez y había ganado numerosos premios. Pero luego de que en una partida definitoria de un torneo colgó sorpresivamente una pieza con la campeona femenina, comenzó su debacle. A partir de allí perdió numerosas partidas lo que llamó poderosamente la atención de los aficionados.

Lo que nadie sabía era que cuando jugaba le aparecía en su mente su otro yo, quien lo alertaba de las celadas y descuidos en su juego. Era un compañero milagroso que le permitía ser exitoso. Luego durante sus sueños por las noches, volvía a aparecer su otro yo, con quien disfrutaba del análisis de las variantes de las partidas que jugaba. Era un sparring perfecto.

Pero aquella noche que podría haber sido el campeón del club, tuvo un desencanto mayúsculo al colgar una pieza. Entonces, al aparecer en sus sueños su otro yo, le pidió perdón por no haberle avisado en la partida, explicándole que lo había distraído la hermosura de su rival. Pero éste no aceptó esas disculpas y muy ofuscado le recriminó su actitud, pidiéndole que se vaya. Su otro yo lo miró muy apenado y mientras se alejaba, al sentirse tan despreciado, le contestó que lo dejaba para siempre. Ese fue el principio del fin de su trayectoria ajedrecística. 




27/12/23

Instantes de felicidad

Por si no lo sabes, la felicidad es como un rayo de luz que nos visita, se va y después vuelve, iluminando sólo momentos de nuestra vida de ajedrecista. Realiza una combinación brillante levantando la dama del tablero y al sacrifícala dando jaque mate al rey, por unos instantes sentirás que una luz de felicidad resplandece en tu alma.




Lo estoy llamando

Lo estoy llamando

con mi corazón angustiado,

porque necesito calmar

con sedienta desesperación

esta derrota que me aqueja.

Deseo ubicar a mi rival

en el sitio de ajedrez

para proponerle la revancha,

y envuelto en la ansiedad

lo estoy llamando.




22/12/23

Feliz alborada

Vivo en la madrugada todavía

una partida que fue muy fugaz

con un remate de mate sagaz

que en esta noche me ha dado alegría.


Me reí de mi propia cobardía.

mirando lo imposible en forma audaz,

mi instinto de aventura fue tenaz

que aplacó a mis miedos en la porfía.


Logré ganar porque no fue lo mismo

sacrificar la dama en la jugada

que buscar no caer en el abismo.


Y con la bella luna en la mirada

animándolo al sol con mi optimismo,

yo me duermo sonriendo en la alborada.





16/12/23

Niño feliz

Niño... ¿estás halagado?

¿Tanto te ríes porque

el jaque mate le has dado?

¡Es que veo a mi abuelo

que me mira embelesado!








Dechado divino

Si el sol de tu mañana

despierta opaco y triste,

busca tu celular

y empieza a sonreír.

Dios nos ha regalado

el dechado divino

del juego de ajedrez,

para alegrar la vida.




15/12/23

Viejo libro de ajedrez

En el desván, encontré junto con otras antigüedades, un viejo libro de ajedrez. Entonces, imaginé que seguramente el libro soñaría que cuando lo volviesen a leer, podría hacer sentir nuevamente a los ajedrecistas, ese sublime placer que brindaba en aquel tiempo el juego de ajedrez. Ello lo reconfortaría de esa larga espera. Mientras leía algunos comentario de sus análisis escritos en la vieja notación algebraica, pensaba si en este mundo moderno de ajedrez informatizado, no sería vana e inocente su esperanza.




Reencuentro fugaz

Esa tarde nos reencontramos casualmente en el club de ajedrez donde nos habíamos conocido y como en aquel entonces nos sentamos en una mesa para jugar una partida. Después que me ganara, le propuse ir a mi departamento para jugar la revancha. Allí no llegamos a terminar el juego, porque repentinamente nos fuimos a la cama e hicimos el amor apasionadamente igual que en aquellos tiempos. Luego salimos a cenar y cuando finalmente ella me dijo que tenía que volver a su casa porque su pareja estaba por llegar de su viaje en avión, me quedé callado embargado por la pena. Al retornar a mi departamento me esperaban las piezas de ajedrez dispersas por el suelo, una cama deshecha y las sábanas aún impregnadas con su perfume.