El niño estaba esa noche recostado en su cama frente
a un tablero de ajedrez. Jugaba su última partida contra un rival imaginario al
que siempre le ganaba, y con su ingenuidad infantil pensaba que él era
imbatible. De pronto, cuando el cansancio y el sueño empezaban a invadirlo, escuchó
un pequeño murmullo, como si alguien en el dormitorio tratara de llamar su
atención.
— ¿Quién es? —, preguntó.
Al no obtener respuesta, el niño detuvo su juego para ver de donde provenía aquel extraño sonido que había llegado a escuchar. Fue allí cuando imprevistamente apareció la verde figura de un pequeño extraterrestre, quien parado frente a su cama le dijo:
—Niño, veo que siempre juegas solo porque no tienes con quien jugar. Si tú lo deseas podemos enfrentarnos en una partida.
— ¿Pero, es que tú juegas al ajedrez? —, le preguntó el niño sorprendido.
— ¿No sabes que el ajedrez se juega en todo el universo?, le contestó sonriendo el extraterrestre.
— ¿Quieres jugar una partida, o es que te sientes agotado? Si es así, me voy y podemos dejarlo para otra noche —, le recalcó.
— ¡No te vayas!, que aunque estoy algo cansado me parece bien que disputemos la primera partida de ajedrez en la tierra y te demostraré que los humanos somos superiores —, le contestó el niño con soberbia.
Entonces el chico colocó las piezas en el tablero en la posición inicial, en tanto el extraterrestre se sentaba en la cama frente al tablero, para comenzar el juego.
Pero ya desde la apertura el niño comenzó a cometer errores groseros y veía como el extraterrestre le iba comiendo las piezas una por una. Eso le causaba un enojo enorme, justamente a él, que se consideraba un jugador invencible.
— ¡Jaque Mate! –, exclamó finalmente el extraterrestre.
— ¿Quién es? —, preguntó.
Al no obtener respuesta, el niño detuvo su juego para ver de donde provenía aquel extraño sonido que había llegado a escuchar. Fue allí cuando imprevistamente apareció la verde figura de un pequeño extraterrestre, quien parado frente a su cama le dijo:
—Niño, veo que siempre juegas solo porque no tienes con quien jugar. Si tú lo deseas podemos enfrentarnos en una partida.
— ¿Pero, es que tú juegas al ajedrez? —, le preguntó el niño sorprendido.
— ¿No sabes que el ajedrez se juega en todo el universo?, le contestó sonriendo el extraterrestre.
— ¿Quieres jugar una partida, o es que te sientes agotado? Si es así, me voy y podemos dejarlo para otra noche —, le recalcó.
— ¡No te vayas!, que aunque estoy algo cansado me parece bien que disputemos la primera partida de ajedrez en la tierra y te demostraré que los humanos somos superiores —, le contestó el niño con soberbia.
Entonces el chico colocó las piezas en el tablero en la posición inicial, en tanto el extraterrestre se sentaba en la cama frente al tablero, para comenzar el juego.
Pero ya desde la apertura el niño comenzó a cometer errores groseros y veía como el extraterrestre le iba comiendo las piezas una por una. Eso le causaba un enojo enorme, justamente a él, que se consideraba un jugador invencible.
— ¡Jaque Mate! –, exclamó finalmente el extraterrestre.
Entonces, el niño exacerbado por el desenlace del
juego, derribó las piezas del tablero de un manotón, mientras el extraterrestre
desaparecía sorpresivamente de su vista.
Fue allí que se despertó en la cama y se incorporó mirando las piezas del juego de ajedrez dispersas por la cama y el suelo, con los pensamientos llenos de una humana resignación.
Fue allí que se despertó en la cama y se incorporó mirando las piezas del juego de ajedrez dispersas por la cama y el suelo, con los pensamientos llenos de una humana resignación.
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