19/9/19

Sacrificio salvador

El jugador de ajedrez había ganado su primera partida en el torneo. Como quería seguir en esa senda, en la siguiente partida jugó en forma demasiado agresiva en la apertura, hasta que la fría realidad le hizo ver al entrar en el medio juego, que su ataque había sido prematuro. En ese momento de desesperación, intuyó que sacrificando un caballo podría tener alguna esperanza de ganar, porque de lo contrario, su ataque se diluiría por completo.
Luego de realizar valientemente el sacrificio, surgieron durante las jugadas siguientes muchas más variantes de las que hubiera imaginado que existían. Hasta que por suerte para él, en medio de la zozobra que fue provocando la complejidad de la posición, al producirse unos tensos cambios de piezas, logró finalmente triunfar en esa emocionante partida.
En el tradicional análisis post mortem que realizó con su rival, se acoplaron varios espectadores, que comenzaron a preguntarle que habría respondido ante otras hipotéticas jugadas. Fue allí que mientras trataba de explicarles, el jugador fue haciendo aún más descubrimientos de posibilidades, que ni por asomo había considerado.
Finalmente, cuando con un cierto engreimiento les mintió que había visto esas combinaciones sobre el tablero, todos quedaron satisfechos por sus aseveraciones. Pero en el fondo de su alma sabía que realmente había ganado solo por haber tomado esa valerosa determinación, dado que ese sacrificio había sido demasiado profundo, como para poder ser dilucidado por completo en el tiempo que disponía para realizar la jugada.



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