Rebosando de aromas la mañana,
desperté recordando la partida,
lleno de tristeza por la caída ,
mientras el sol veía en la ventana.
Y a fin de calmar mi angustia temprana
decidí jugar en forma aguerrida,
para tratar de resarcir la herida
en la noche de lucha cotidiana.
Allí buscaré evitar mis descuidos,
y aunque el tiempo se deslice volando
aplicaré planes bien concebidos.
Cuando mi juego vaya mejorando,
calmaré estos dolores producidos
y al ajedrez me repondré ganando.
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