Ella era una dama blanca, fría e
inmaculada y él un rey negro, imperturbable e indiferente,
descansando junto con las demás piezas dentro de la caja de ajedrez.
Pero aquella noche cuando comenzó
sobre el tablero la
partida
del torneo,
la dama blanca y el rey negro se llenaron de pasión. Y dando
eróticos jaques
al ardiente rey negro, la dama blanca desató
una desenfrenada danza amorosa, el
que en
un frenético ir y venir, fue
aumentando progresivamente en intensidad.
Pero
todo aquello duró muy poco, porque la dama negra celosa que
estaba al
asecho
originó un
intercambio
y ambas
quedaron fuera del tablero. A
mañana siguiente,
la dama blanca
fría e inmaculada y el rey negro imperturbable e indiferente, buscaban
dentro de la caja mantener el secreto de aquel amor furtivo,
esperando ambos ansiosos junto a las demás
piezas que llegara
la noche, en la que se desarrollaría
la nueva partida
del torneo.
Precioso y muy interesante.
ResponderEliminarEscribir algo bello sobre el tablero de ajedrez.
Me ha encantado.
Bonito
ResponderEliminarGenial Ramón Rivas
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