El parque está triste y nublado en ese otoño, el sol aparece de a ratos, mientras una leve brisa fresca arrastra las hojas muertas de los árboles con suaves ráfagas de nostalgia. El anciano llega por fin y luego de sentarse en un banco, despliega sobre un tablero las piezas de ajedrez, y empieza a desarrollar en soledad una partida publicada en un recorte de diario. Su viejo amigo con quien jugaba allí habitualmente, se ha enfermado y hace mucho tiempo que no viene.
De pronto alguien aparece a lo lejos caminando con sus zapatos gastados por un largo sendero de polvo de ladrillo. Cuando el anciano levanta la cabeza y lo ve acercarse, se le ilumina la cara de alegría al distinguir a su amigo. ¡Tenía tantas ganas de jugar una partida de ajedrez con él!
Y ante ese inminente reencuentro, el parque ya no está triste y se prepara entusiasmado para presenciar la partida. Entonces, las ramas de los árboles que antes daban una tenue sombra se estremecen y dejan pasar unos rayos de luz entre sus hojas amarronadas, para que la escena sea más hermosa.
Finalista VIII Concurso de Relatos breves. Tiempo de otoño.
Incluido en el libro: Por las sienes.
Creatividad Literaria. España. Noviembre 2023.
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