El
joven se colgó en el cuello una medallita de San Patricio que le fuera bendecida
por el cura en la Iglesia, e introdujo un trébol de cuatro hojas
plastificado en su billetera, como amuletos de
la buena
suerte antes de salir de su casa en el anochecer.
Cuando caminaba por la vereda para dirigirse a su destino, al ver a un operario trabajando sobre una escalera, la rodeó con cuidado para no pasar debajo de ella y luego tuvo que eludir a un gato negro que salía de la puerta de una casa, para evitar que se le cruzara por delante.
Todo eso hizo con muchísima convicción, pero fue inútil, porque esa noche igual perdió la partida de ajedrez en el torneo del club.
Cuando caminaba por la vereda para dirigirse a su destino, al ver a un operario trabajando sobre una escalera, la rodeó con cuidado para no pasar debajo de ella y luego tuvo que eludir a un gato negro que salía de la puerta de una casa, para evitar que se le cruzara por delante.
Todo eso hizo con muchísima convicción, pero fue inútil, porque esa noche igual perdió la partida de ajedrez en el torneo del club.
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