16/8/19

Despedida del rival

Dentro del ataúd, con los ojos cerrados y un ramo de flores sobre su pecho, mi rival de toda la vida del club de ajedrez me pareció por primera vez inofensivo. Disimulando mis inquietudes de que mi presencia podría causar alguna reprobación, comprobé de un vistazo la tranquilizadora paz en que se desarrollaba el velatorio. Después me incliné sobre su cuerpo y con lágrimas en los ojos le dí el pésame final, mientras miraba disimuladamente sus labios. Es que temía haber dejado algún indicio que pudiera delatarme del veneno que le agregué a su café, después que me ganara aquella partida definitoria en el torneo del club.


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