Pocas horas antes de fallecer, el campeón de ajedrez les pidió a sus hijos que sus estudios y experiencias personales que lo llevaron a sus triunfos, que estaban guardados en su computadora particular, no los develaran a nadie. Y allí quedaron los datos, porque sus hijos están decididos a cumplir con los deseos de su padre de no violar su intimidad. Pero ahora deben luchar contra muchos ansiosos ajedrecistas, que llenos de curiosidad, los acosan con propuestas económicas para conocer los secretos que contiene esa computadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario