Al sumergirme en el placer de la escritura, en mi último cuento decidí que el personaje principal sea nada menos que el campeón mundial de ajedrez. En la trama, se me ocurrió que pierda sin atenuantes en la partida definitoria por el título, al no ver una combinación brillante, con sacrificio de dama y mate inevitable en tres jugadas. Pero ese triste desenlace, a pesar de pertenecer a la ficción, no cayó bien en algunos lectores fanáticos del campeón, y ello me ha provocado algunos problemas. Me han hecho un petitorio para que escriba otro cuento, dándole la oportunidad de una revancha.
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