17/3/22

La vida es un juego de ajedrez

Mientras me miro al espejo del baño al levantarme, se nota el mal sueño que he tenido. Todavía me retumban en la cabeza aquella frase que siempre me decía mi madre al despertarme cuando yo era chico: "Vamos... que la vida es un juego de ajedrez". Ella que es fanática del ajedrez y fue campeona femenina, siempre deseó fervientemente que la pasión de su vida se transfiera a mi vida.

Pero a medida que fui creciendo, aquello que al principio me parecía emocionante, se transformó en una especie de molesta actividad que complementa la rutina de mi vida: Por las mañanas, desayunar e ir a las clases del secundario, por las tardes almorzar, estudiar para la escuela y el ajedrez y por las noches cenar, ir a jugar ajedrez al club y finalmente dormir.

Debo cumplir mi papel de buen hijo para mi madre y avanzar hasta la meta, que a meses de terminar el secundario no estoy convencido que sea el ajedrez. Es que mi madre cree que armó el tablero de mi vida a mi medida, y como un cobarde, no sé como decirle que yo no encajo en el mismo. Yo hubiese preferido una vida distinta, más tranquila y menos competitiva.

Ahora siento que mi madre me llama para desayunar. Entonces, en esta vida que para ella es un juego de ajedrez, comienzo a lavarme la cara rápidamente, para salir cuanto antes y no llegar tarde a la escuela.

 


 

1 comentario:

  1. Oh, excelente relato en honor a las madres y al ajedrez. 100/100.

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