Un
día apareció un extraterrestre en mi
jardín. Era muy amigable y me dijo que me
había visto por
la ventana analizar
una partida de ajedrez y que le gustaría conocer el juego
para implementarlo en su planeta. Al principio se
interiorizó del reglamento y comenzó
a leer
los libros que yo le iba dando,
luego los artículos,
análisis
y
programas de la computadora y por último agotó
la
información disponible,
copiando
en su mente todas las partidas realizadas en el mundo.
Con toda esa información partió de regreso a su planeta, no sin ante decirme que me informaría cuando difundiera el ajedrez allí. Hoy recibí un mensaje del extraterrestre diciéndome que la práctica del juego había tenido un éxito rotundo, salvo que tuvo que adaptar la nomenclatura y forma de las piezas para hacerlo más accesible, porque en su planeta no existen los reyes, torres, caballos, alfiles y peones.
Con toda esa información partió de regreso a su planeta, no sin ante decirme que me informaría cuando difundiera el ajedrez allí. Hoy recibí un mensaje del extraterrestre diciéndome que la práctica del juego había tenido un éxito rotundo, salvo que tuvo que adaptar la nomenclatura y forma de las piezas para hacerlo más accesible, porque en su planeta no existen los reyes, torres, caballos, alfiles y peones.
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