18/2/22

Ajedrecista contento

Era un ajedrecista que por las noches jugaba en el club de ajedrez y aunque en la mayoría de las partidas perdía, siempre estaba contento. Tenía una alegría contagiosa que penetraba en el alma de sus adversarios y les arrancaba una sonrisa, o los hacía reír con jugadas disparatadas o comentarios jocosos. Sus rivales deseaban jugar con él partidas amistosas, porque si bien era un jugador débil, deslumbrados por esa simpatía que emanaba de su ser, les contagiaba su optimismo. Nadie imaginaba que ese ajedrecista contento cuando volvía a su casa, escondía la cabeza bajo la almohada y envuelto en la lamentable mediocridad de su juego, lloraba desconsoladamente por sus fracasos ajedrecísticos. Y después de esa reparadora descarga espiritual, retornaba nuevamente contento y rozagante a jugar al ajedrez a la noche siguiente.

 


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