Me enamoré de ella desde el primer momento en que la vi. Fue en la fiesta de egresados como bachilleres en la escuela secundaria. Ya al cruzar nuestras miradas se produjo entre nosotros una instintiva y recíproca atracción, y entonces, comenzamos a charlar sobre nuestro futuro.
Que ella detestara que me dedicara al juego de ajedrez, que era mi pasión, y que a mí no me gustara para nada seguir la carrera de arquitectura, no fue un obstáculo para iniciar nuestra relación amorosa. Ella soñaba en el futuro con ser Arquitecta y que su novio también fuera Arquitecto, y no era cuestión de defraudarla. Así que me anoté con ella en el curso del turno tarde en la Facultad de Arquitectura.
Pero ocurrió que poco a poco nos fuimos distanciando en los estudios, porque ella era una alumna aventajada que fue avanzando con las mejores notas, mientras que yo era un estudiante desganado, que solo pude aprobar raspando algunas materias y debí recursar la mayoría .
Lo que ella nunca supo es que en un club de ajedrez, por las noches me dediqué a desarrollar a escondidas mi verdadera pasión. Y aunque parezca mentira, lo bueno es que fui progresando y llegué a ser maestro al ganar varios torneos. Lo malo es que no sé que va a pasar ahora con nuestra relación. Esta tarde en la Facultad voy a revelarle el secreto, y decirle que he decidido que mi futuro no va a ser el de Arquitecto sino el de ajedrecista. Es que anoche me consagré con el título de campeón nacional de ajedrez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario