Su mujer falleció al caerse el avión que la trasportaba de regreso de sus vacaciones con sus amigas. El maestro de ajedrez lamentó mucho ese accidente, porque ya le había abonado al sicario todo el monto solicitado para que la matara cuando llegara al aeropuerto, simulando un asalto.
El hombre se negó terminantemente a devolverle el dinero.
— ¿No tiene algún otro problema? ¿Un pariente? Piense en alguien a quien deteste, y cumplo con el encargo —, le dijo el sicario.
Y para aprovechar la inversión realizada, el maestro le dio el nombre de su rival ajedrecítico que lo tenía de hijo, y que siempre se burlaba de él al vencerlo en las competencias ajedrecíticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario