Jugué inspirado al ajedrez un día
convencido de estar en un concierto,
con las piezas y el tablero cubierto
de deseos de emoción y alegría.
Había en mi ánimo mucha hidalguía
y estaba en esa lucha bien despierto,
encaré la partida con acierto
y así quedé mejor en la porfía.
Las jugadas tenían su exigencia
pero visualicé un plan en mi mente
y comencé a aplicarlo en el tablero.
Entre amenazas que hacían presencia
puse toda la pasión de un valiente,
y al fin logré el jaque mate certero.
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