En esa mañana, el jugador de ajedrez despertó de su sueño con una sonrisa en sus labios, después de haber ganado brillantemente la noche anterior la partida de ajedrez en el torneo del club. Es que en ese sueño, los sucesos producidos por aquel triunfo habían tenido sorprendentes consecuencias. Al quedarse dormido, en un abrir y cerrar de ojos, las piezas negras, protagonistas de aquella magnífica partida, se presentaron en su habitación con la intención de agradecerle lo que había hecho por ellas.
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